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✧[ - iHave a secret -]✧

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—¿Por qué no vas a la sala de espera mientras atiendo a Sam? —le recomendó el dentista a Carly.

—Claro—asintió Carly, antes de dirigirse a su amiga—. Sigue rubia.

—Sigue castaña—se despidió Sam.

Carly asintió antes de salir del consultorio, pero antes de que pudiera dar la vuelta a la esquina, se escuchó un gran ruido. De inmediato, regresó al consultorio y encontró a su amiga sobre ambos dentistas, intentando herirlos con sus propias herramientas. Durante un rato, intentó separarlos, pero antes de que ella o los dentistas pudieran hacer algo, su teléfono comenzó a sonar, deteniendo el desorden.

—Creo que tienes una llamada —le señaló Sam a Carly, aún encima de la dentista.

Carly le dedicó una mirada de "¿en serio? Ni me había dado cuenta", permitiéndole a Sam salir para contestar su teléfono afuera del consultorio. Sam tomó eso como una señal para regresar a su asiento y dejar a los dentistas en paz... por el momento. Nunca antes había estado con un dentista y la sola idea le aterraba, imaginando lo que podrían hacer con esos instrumentos de tortura que llamaban "herramientas del dentista". Ni Sam ni los dentistas quisieron moverse o decir algo hasta que Carly regresara, ellos visiblemente nerviosos ante la posibilidad de que Sam perdiera el control, y ella ansiosa por tener a su mejor amiga como apoyo.

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No pasaron tres minutos cuando Carly volvió al consultorio, esta vez con una expresión de preocupación en su rostro.

—¿Pasó algo malo? —le preguntó Sam.

—Sí, resulta que Spencer resultó herido por uno de los presos a los que estaba enseñando arte y está de camino al hospital—explicó Carly—. Un paramédico me dijo que tal vez solo tengan que enyesarle la pierna derecha, pero Spencer quiere que esté con él en el hospital, y de paso que busque su seguro médico y el dinero para emergencias en casa.

—Entonces, tienes que irte—afirmó Sam, un poco desanimada.

—Sí, lo siento mucho, pero no tengo opción. ¿Quieres que llame a tu madre para que venga a buscarte?

—Te diría que sí, pero resulta que arruinó de nuevo su celular. No preguntes cómo, porque no quiero recordarlo—le advirtió Sam al notar que Carly estaba a punto de preguntar.

—Está bien. Supongo que tendré que llamar a Freddie—comentó Carly, sacando su teléfono para marcarle al chico, pero se detuvo al escuchar un gruñido de Sam.

—¿A Freddie? ¿Es en serio?

—Claro. Él es nuestro amigo, seguro no le importará acompañarte.

—Claro que no le importará, estará muy ocupado burlándose de mí porque estoy nerviosa por algo tan tonto.

—Ay, estás exagerando—insistió Carly. Sam alzó una ceja, como diciendo '¿de verdad crees eso?', y Carly tuvo que retractarse—. Bueno, quizás se burle un poquito al principio, pero después será buena compañía, ya verás.

—¿Y por qué no puedo irme sola y ya? —se quejó Sam, recostándose en la camilla.

—No es lo más recomendable—dijo el dentista de repente, recordándoles a ambas que no estaban solas en la consulta—. Dado que estás muy... nerviosa, tendremos que sedarte un poquito para tranquilizarte, y vas a necesitar la ayuda de alguien para asegurarse de que estés bien.

iEnyoyed the kiss| SeddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora