Ecos de Soledad

I

SONIC:

Desde que había vuelto sano y salvo a su mundo, cada día, Sonic esperaba una nueva oportunidad de trabajar con sus amigos: su equipo, su familia.

Entretuvo su mente todo este tiempo, pasándose el rato con ellos, combatiendo a sus lados y disfrutando de la preciosidad de lo que era Green Hill. Pero cuando los días se tornaban tranquilos, era cuando Sonic tenía más problemas.

Se le notaba inquieto, sin un ápice de tranquilidad y buscando compañía a como dé lugar. Había estado mucho tiempo en lugares desconocidos, con personas iguales a sus amigos que, por supuesto, no eran sus amigos. Quería estar con alguien siempre, y que esas personas fueran ellos.

Cuando el Dr. Eggman volvía, se sentía aliviado y, de cierta forma, ansioso. Porque estaba esa incertidumbre de si al final los volvería a perder o no. Y a pesar de haberse prometido aprender a hacerles caso, a trabajar en equipo, a cooperar en los planes aunque no fuesen suyos; cada vez que sentía que algo se salía de control, iba de inmediato a solucionar las cosas a su manera, incluso si no era necesario.

Lo había hablado con ellos. Les había explicado todo lo sucedido, lo que vivió allá. Y a pesar de todo, se sentía incomprendido respecto a ese tema. Ellos no estuvieron allí.

El detonante de todas sus emociones acumuladas fue, sin duda, un lapso largo, entero, sin el huevo en los alrededores; y con sus amigos, cada quién en sus asuntos, trabajando en sí mismos y sus propios proyectos.

Tocaba a sus puertas diariamente, preguntando a cada quién si podían salir con él y, básicamente, fue rechazado. Tenían sus razones, era válido que disfrutaran sus improvisadas vacaciones. Pero, ¿y él? ¿Qué podía hacer él?

La vida de Sonic se resumía en correr, vencer a los malos, celebrar con sus amigos y comer chili dogs. Nunca se había sentido ansioso al respecto; nunca había sentido la necesidad de hacer algo para él o por él. Nunca había pensado en sí mismo y en cómo solía sacrificarse por los demás, por el mundo. Y aún no lo pensaba, eso exactamente no llegaba a su mente. Sólo tenía una horrible sensación en la boca del estómago y la necesidad de ser escuchado.

¿Escuchado? Sí, porque asumía que su problema al sentirse así era causa de la extraña tranquilidad a su alrededor. Y no se equivocaba, porque tenía el presentimiento de que el doctor planeaba algo, y su mente no dejaba de decirle que era algo grande.

Avisó a todos sin falta, diciendo que debían prepararse por si acaso, hacer algo al respecto. Y todos, absolutamente todos, le dijeron que no había de qué preocuparse, porque sea como sea, juntos podrían contra él.

¿Bastó? Para nada, él quería hacer algo. Y como nadie le escuchaba, buscó a ese último recurso, ese rival con el que siempre podía contar: Shadow.

Tenía tiempo, desde el incidente, que no hablaba con él. No había razones, ¿cierto? Pero ahora las había. Y después de encontrarlo en su lugar habitual, terminó por irrumpir su tranquilidad.

— Algo malo, MUY MALO, va a pasar, lo sé. Nadie me cree y por eso, justo por eso, necesito tu ayuda. Te necesito. —

Habló extremadamente rápido, agitado; caminando de un lugar a otro, bastante ansioso. Era su única esperanza en este momento y era algo que podía verse en sus ojos.

SHADOW:

Estaba parado, con los brazos cruzados en el pecho, pensante... en silencio. ¿Qué más podía esperarse, verdad? Mis ojos cerrados se mostraron con mi espalda pegada a la pared, como de costumbre, inconscientemente esperando que algo apartara el silencio y el ruido blanco de este espacio, considerado seguro para mis recuerdos. Mi cabeza estaba en otro lado... y por supuesto, parecía que estaba dormido... de nuevo, como los pasados días habían sido hasta que caía en cuenta de lo que estaba haciendo o hasta que Rouge me movía de este estado. Era tan extraño, sabía que estaba mal... sabía que ni siquiera era una pared, sabía que en su lugar era una roca, sabía que podía caerse, sabía que debía moverme, que mi expresión sería y usualmente de enojo estaba más cansada después de los eventos que pasé.