V - Interés por ella (Parte 2)

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Esas palabras me dieron un poco de esperanza, quizás más de la que debían.

-pensé que no teníamos permitido salir de la ciudad -dije un poco nerviosa.

Mi voz sonó temblorosa por el miedo a meternos en problemas, pero más por la posibilidad de que sea una clase de broma cruel.

-esto no es una prisión, podemos irnos cuando lo deseemos, solo hay que avisar que es una salida temporal, como un paseo. Aunque no es lo recomendable por la cantidad de gente afuera que nos odia.

-teniendo en cuenta en los términos en que hui de la casa hogar, no sé si es posible que yo salga.

Me di cuenta de que no había tenido noticias sobre la Madre Superiora desde la última vez que la vi, y si bien no era muy apegada a ella, comenzó a preocuparme su estado de salud y de las demás hermanas. Nuevamente comencé a sentir la nostalgia de mi antiguo hogar, la ciudad, volver a ver las coloridas sombrillas de Le Village, la academia de danza, Madame Agate, Chad.

Una lagrima rodo por mi mejilla sin que pudiera evitarlo, no me había percatado de que sentía tanta soledad en mi interior. Sentí la mano cálida de Ivette en mi hombro.

-tranquila, puedes confiar en mí.

No creí que se imaginara siquiera el impacto que esas palabras podían tener en mí. La abrace suavemente y me quede unos momentos ahí, pensando si acaso estaba lista para lo que tenía pensado hacer. Sentía que no me rechazaría, pero el miedo se apodero de mi al pensar en la posibilidad de que así fuera. De ser así no podría mirarla nuevamente a la cara, me moriría de vergüenza. Pero... el que no arriesga no gana ¿verdad?

Me separe de ella, pero no lo suficiente, así que nuestras narices se rozaban, por lo que entendió lo que me proponía. Sonrió tímidamente y coloco un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, con suma suavidad y calidez. Pude ver como observaba cada facción de mi rostro como si fuera una obra de arte, mientras acariciaba mi mejilla con una mano, poniendo la otra detrás de mi cabeza acercándose más a mí.

De pronto se escuchó un gran estruendo, fue tan sorpresivo que me puse en pie, dando un paso hacia atrás, y miré en dirección de dónde provenía. Parecía que había problemas en la entrada principal de la ciudad. Por mi mente me cruzaron los avisos que me habían dado: tanta energía acumulada podría atraer demonios o espíritus. No estábamos muy lejos de la entrada por lo que pudimos observar cómo se acercaban las Griseos y Rubrum Witchs a combatir.

-esto es extraño -dijo Ivette tomando mi mano nuevamente, su contacto me distraía- no siento ninguna energía negativa. Cuando entra un demonio, usualmente el aire se vuelve denso, y comienza a oler a carne podrida. Pero no es así ahora. Ven.

Tenía razón, el aire se sentía igual de puro que siempre. Sus ojos brillaban de curiosidad, parecía excitarla el peligro que se adentraba en la ciudad, no sabía si esto me estaba gustando. En estos instantes solo podía pensar en huir junto con ella al resguardo de la casa de Úrsula. Un pinchazo de culpa me golpeo en el pecho, seguro ella estaría preocupada por mi ahora mismo.

Sin previo aviso me tiro de la mano que sujetaba y me llevo consigo corriendo, acercándonos al lugar. La curiosidad que sentía no permitía que me opusiera, parte de mi quería ir a ver. Supongo que con la experiencia que tiene con ataques anteriores, este debe tener algo de peculiar que llame su atención.

Nos ocultamos detrás de un edificio de dos pisos que parecía una vivienda muy hermosa, pintada de blanco y con flores violetas en masetas que decoraban la fachada. Intentamos observar el desastre lo mejor que pudimos, pero aún estaban muy lejos. Me tiro de la mano nuevamente, pero la frené en seco. Se dio vuelta con gesto de disgusto, si embargo, vio reflejado en mi rostro el miedo al peligro que podríamos correr si seguíamos ese camino.

-no te preocupes, Lhiver, las Rubrum y Griseos Witchs frenaran cualquier cosa que se atreva a intentar destruir nuestro hogar. Además- agrego besando los nudillos de mi mano -si es necesario, yo misma te protegeré.

Me hubiera encantado poder creer esas palabras, no obstante, un cuerpo cayó cerca nuestro, muy cerca. Era una muchacha muy hermosa, de cabello rubio, ojos verdes que nos observaban inertes, y vestida con una túnica tan roja como la sangre que manaba de un costado de su cuerpo.

Nos miramos una a la otra conteniendo la respiración.

-¿esta...?

No pude terminar la frase, ya que la sola idea hacia que se me revuelva el estómago.

La batalla se escuchaba mucho más próxima a lo esperado, prácticamente estaba a unos metros de nosotras y ya podía verla con claridad. Las brujas rojas y grises combatían mano a mano con unas criaturas con apariencia humanoide, aunque eran más grandes y llevaban armaduras antiguas, parecidas a las que llevaban los samuráis en el antiguo Japón. Pero, lo más perturbador era que, de pies a cabeza, eran de un solo color. Había algunas blancas, otras rojas, y atrás, flotando en el aire haciendo uso de una magia que no había presenciado jamás, había unas de color violeta. Todas protegiendo a una sola muchacha, que caminaba en medio de la batalla con gracia y despreocupación hacia el centro de la ciudad, rodeada por sus guardianas. Las brujas que nos defendían intentaban llegar con esmero a ella, sin dar resultado a ninguno de sus intentos. Me acerque unos pasos para poder ver mejor la escena, con Ivette cerca de mí. Fue en ese momento que aquella muchacha, sin previo aviso, se volteó hacia donde me hallaba, encontrando su mirada con la mía.

Una sensación muy cálida se expandió por mi ser mientras la observaba de pies a cabeza, como si el tiempo se hubiera detenido para que pueda hacerlo con comodidad, y lo demás desapareciera, perdiendo importancia. No aparentaba tener ni siquiera veinte años, era muy joven, su cabello era de color blanco con las raíces negras crecidas, tenía unos brillosos ojos celestes que se asimilaban al color del cielo, de tez clara y labios rosados. Vestía una camiseta de blanca de una banda de rock estadounidense, unos jeans claros, gastados y con roturas en frente que dejaban ver que tenía unas medias red debajo de ellos, y unos botines de cuero negro. Pude observar hasta los brazaletes que tenía en la mano izquierda, el brazo derecho completamente tatuado, y que llevaba un pequeño bolso de cintura. Estaba segura que ella también me analizo, porque, como si hubiera encontrado un gran tesoro, me sonrió abiertamente.

El tiempo volvió en sí, cuando ella con un movimiento de manos y unas palabras que no alcance a oír, hizo desaparecer a sus guardianas, las cuales se convirtieron en pequeñas piedras y se elevaron en el aire para volver a la mano de su dueña, quien las guardo amorosamente en su bolso. Levanto ambas manos en señal de rendición, y agacho la cabeza, no sin antes darme otra ojeada.

Sus ojos parecían el mar, por el brillo que emanaban.

Las brujas defensoras se acercaron precavidas hacia ella, gritando los peores insultos que escuche en mi vida. Ella solo me observaba a mí.

-vámonos de aquí -dijo Ivette- sé quién es ella.

En su rostro vi, por primera vez, el terror de lo sucedido. Es decir, aquella extraordinaria bruja estaba ahí de pie, con las manos en alto, inofensiva era observada con odio y miedo, nadie se atrevía a acercarse demasiado. Aun así, no me quitaba la mirada de encima, como si las demás no significaran nada para ella.

-¿Quién es? -le pregunte a Ivette, sin apartar la vista.

Era una extraña curiosidad lo que sentía ahora mismo, quería conocer todo de ella, su nombre, su origen, su historia, el tipo de su magia, la razón por la que vino, qué la impulso a hacer lo que hizo, todo, quería saber todo de aquella altamente peligrosa muchacha.

-es la desterrada, Lhiver, tenemos que salir de aquí -me respondió mientras me tironeaba del brazo casi con desesperación.

Lágrima de Luna (Versión Wattpad) #PGP2024Where stories live. Discover now