Capítulo 1

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Aemma hizo pasar a Rhaenyra, a su pequeño apartamento, temblando por el frío que las seguía. Ella dejó su bolso antes de quitarse su chaqueta grande. Se inclinó, le sonrió a su hija y le quitó la pequeña chaqueta.

— Hace mucho frío, ¿No es así, Nyra?

Rhaenyra asintió y levantó los brazos para facilitarle a su madre quitarle la chaqueta. La pequeña omega se frotó el ojo.

— Hambrienta
— Está bien, preciosa — Aemma colgó sus chaquetas.

El apartamento no era nada especial, un dormitorio y un baño. Realmente no le importaba a Aemma mientras mantuviera afuera el frío y la lluvia, mientras Rhaenyra estuviera a salvo.

Aemma tenía un trabajo, no pagaba mucho pero era suficiente para alimentar a su hija y a ella misma. La manutención de los hijos de Viserys Targaryen había llegado ayer, liberando a Aemma del alquiler y la factura de la luz del mes. Habían pasado tres meses desde que se divorció, tomó todo el dinero que ahorró pero valió la pena.

Aemma trabajaba en un pequeño quiosco vendiendo joyas. Eran muchas horas y, ahora con el frío, las horas se sentían aún más largas. No ayudó que Rhaenyra tuviera que venir, hacía demasiado frío para mantenerla afuera, pero no había mucho que Aemma pudiera hacer. Necesitaba una niñera, pero no podía pagarles adecuadamente hasta que ahorrara un poco más de dinero.

Rhaenyra es la mejor amiga de Aemma.

Ahora tenía tres años, su cumpleaños fue hace dos días. Aemma pudo conseguir un pequeño pastel y Rhaenyra pareció disfrutarlo. Aemma y ella eran muy similares en sus emociones; ambas guiadas por sus sentimientos. Rhaenyra no hizo amigos, no lo intentó. Era una niña nerviosa y Aemma sabía porqué, si pudiera, mataría a Viserys Targaryen. Su mayor arrepentimiento fue enamorarse de una linda sonrisa y ojos morados.

Ser una omega con un Alfa abusivo era casi normal, especialmente cuando la gente no podía decir cuándo se trataba de abuso. Se sabía que los alfa eran agresivos. Viserys fue su primer alfa y Aemma era una de las personas que no podía diferenciar el abuso de la agresividad. Lo descubrió después de que Viserys abofeteara a su hija al otro lado de la habitación. Todo en la sangre de Aemma le decía que matara al alfa, pero los omegas no tenían estómago para la muerte. Las criaturas que daban vida no podían soportarlo, pero Aemma nunca había estado tan cerca.

Recordó haber empacado y haberse ido, Aemma había estado aterrorizada. No ayudó que siempre hubiera sido un manojo de nervios y muy sumisa. Ella hizo todo lo posible para superar eso, por sí misma y por Rhaenyra. Todo lo que quería era una familia, pero descubrió que su hija y ella eran suficientes. Estaban bastante felices, Aemma no necesitaba nada más.

— Aquí tienes algunas galletas por ahora, Nyra — Le entregó Aemma a su hija un pequeño cuenco verde — Ve y mira televisión, mamá va a empezar con la cena

Rhaenyra sacó una galleta y le dio una.

Aemma se arrodilló

— Esos son para ti, preciosa

Rhaenyra sacudió la cabeza y acercó la galleta.

— Mamá

Aemma tomó la galleta con cuidado

— Gracias, Nyra

Rhaenyra asintió y se alejó de la cocina.

Aemma le sonrió a la galleta y le dio un mordisco. Ella también estaba hambrienta, así que empezó a preparar la cena.

Rhaenyra era un niña tranquila, no muy amigable, pero muy amable. No hablaba mucho y se asustaba a menudo. Rhaenyra era una hija de mamá y a Aemma no le importaba. La niña era una omega y la gente se burlaba del hecho de que era una niña muy asustadiza. Por lo general, terminaba con Aemma recogiendo a su hija y alejándose porque no era justo. No era justo que tuviera que ser así o asá. No era justo que tuviera que ver cómo la persona a la que se suponía admiraba golpeaba a su madre. No era justo que esa misma persona la menospreciara, la golpeara. Ellos no lo sabían, y Aemma tampoco pensó que debería tener que dar explicaciones.

Su hija era su mundo.

Astoria sacó una olla y se frotó la nuca. Respiró hondo y tocó las ligeras cicatrices. Viserys la había mordido y la omega había estado tan feliz que ahora todo lo que quería hacer era quitárselo. Había ido al médico cada dos viernes para la eliminación con láser. Era extremadamente doloroso pero, cada vez que lo sentía cada vez menos, valía la pena el dolor.

Estaba muy mal visto quitar una marca de vínculo. Aemma podía imaginar la cara de Viserys si supiera que ella lo estaba haciendo.

Viserys era un bastardo engreído, le encantaba dejar su huella en las cosas; ella estaba harta de esa maldita cosa. Harta de que la gente pregunte dónde estaba su alfa, harta de la gente en general.

— ¡Nyra! — Aemma miró alrededor del refrigerador buscando el pollo — Vamos a comer pollo y arroz, ¿De acuerdo?

Rhaenyra llegó corriendo, con el cuenco verde a cuestas. Parpadeó hacia su mamá, asintiendo.

Aemma sonrió.

— ¿Está bien?

Rhaenyra mordió su galleta.

— Si mamá
— Está bien, preciosa, te avisaré cuando esté listo

Rhaenyra corrió a la cocina, encontró su pequeño taburete (a veces le gustaba ayudar a su mami a cocinar) y se sentó en él. Si no estaba ayudando a su mamá a cocinar, estaba sentada viendo cocinar a su madre.

Rhaenyra acabó el resto de sus galleta.

— ¿Te quedarás conmigo?

La niña asintió.

— Si

Aemma se inclinó y besó a su bebé.

— Gracias, ¿Apagaste la televisión?
— Sí — Rhaenyra se levantó cuando terminó su refrigerio y usó su taburete para poner su plato en el fregadero. Cogió su taburete y corrió de regreso a su lugar original. Volvió a sentarse justo cuando su mamá sacaba el arroz del gabinete.

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— Tiene tres años — Aemma sonrió y le entregó a la mujer el collar que compró.
— Es tan hermosa, se parece a ti

Aemma sonrió un poco más grande. Le encantaba escuchar eso, esperaba que su bebé sólo se pareciera a ella.

— Muchas gracias — Volvió con su hija, que estaba sentado en su silla, con una tableta en la mano. Aemma se inclinó, a la altura de los ojos — ¿Frío, preciosa?
— No mamá — Rhaenyra se frotó la nariz — Estoy bien
— Bueno — Aemma besó su frente.

Su descanso era en diez minutos, podría conseguirles algo caliente. Aemma sonrió a otro cliente que miró alrededor de su quiosco.

— Hola, avíseme si necesita ayuda con algo

El macho alfa no le sonrió, pero asintió.

Aemma miró hacia otro lado, cruzando las manos detrás de la espalda. Saltó cuando el alfa habló.

Tonos Fríos O Tonos Cálidos - Aemma Arryn Y Harwin StrongWo Geschichten leben. Entdecke jetzt