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٠࣪⭑ KEITARO SUSPIRÓ POR MILÉSIMA VEZ EN LOS CINCO MINUTOS que habían pasado, estaba más que aburrido, estar quieto no es algo característico de él, ciertamente, le gustan estar brincando, corriendo, haciendo de todo, menos estar quieto.
Le dio un bocado a su helado mientras su vista vagaba por los alrededores. Su momento fue interrumpido por él mismo, ya que escupió el bocado de helado, tirándolo al suelo. El pelinegro a su lado lo miró con extrañeza, pero simplemente lo ignoro.
— ¡Mis dientes! — se quejó el rubio. — ¡Se congelaron! ¡Se caerán!
— Cállate, no hagas ruido. — Megumi le dio una servilleta para que limpiara sus labios, ya que había restos de helado ahí. — ¿Por qué muerdes un helado? ¿Eres tonto?
— No me digas esas cosas, Megu-chan.
— ¡Ya te dije que no me digas así! — el pelinegro desvió su mirada a otro lado, para ocultar su ligero sonrojo.
— Pero a mi me gusta. — el rubio terminó por limpiar sus labios y dejó la servilleta en la mano de Megumi para empezar a caminar en dirección del hospital, dejando al contrario con una mueca en su cara por la servilleta usada en su mano. — ¿Es aquí?
— Lo es. — responde, tirando la servilleta al bote de basura.
— ¿Qué estamos esperando?
— A que el chico saliera, pero se hace tarde. — el pelinegro avanzó hasta quedar junto al rubio. — Iré, tú espera acá.
— Pero yo quiero ir también.
— Dije que esperes. — él se fue, dejando a Keitaro con un mohín en sus labios.
— 'Diji qui ispiris' — lo imitó con fastidio — Tks.
El chico empezó a caminar para distraerse, no tenía ni idea de que hacía ahí, normalmente Gojo lo dejaba en la preparatoria entrenado con los de segundo año, o simplemente existiendo. Algo en él le decía que Gojo no estaba enterado de su presencia en ese lugar, aún que no le importaba realmente, seguirle la contraria a lo que Gojo Satoru le decía era su pasatiempo favorito.
No tenía ni idea de qué estaban buscando, Megumi no le dijo nada al respecto, pero no parecía algo tan importante, solo le dijo que estaba buscado a un chico que tenía un objeto maldito, no más. No parecía algo tan importante, así que tal vez no había problema con su presencia ahí.
Se aburrió. Soltó un suspiro y camino en dirección del hospital para ir con Megumi, era mejor que estar esperando. No avanzó mucho hasta que su hombro fue golpeado con fuerza, al punto de que tambaleó y casi cae al suelo, de no ser por un chico de cabello rosado que lo sostuvo. Lo malo, fue que su helado quedó en el suelo después de casi caer.
— ¿Qué demonios...? — pregunta Kei con desconcierto.
— ¡Muévete, Yazami!
Keitaro corrió detrás de Megumi junto con el chico de cabellera rosada, el mismo que lo sostuvo antes de caer. Ellos hablaban, pero Keitaro no entendía para nada, solo intentaba seguirles el paso, lo cual era muy difícil, lo de correr no era su especialidad.
