Money, Power, Glory

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Lo primero que hizo Vox fue colocar un revólver cargado sobre la mesa. Ambos miraron el arma, luego se miraron a los ojos y dejaron que un aura de frialdad los envolviera. Estaban uno frente al otro, sentados en una de las mesas de afuera de una de las cafeterías más costosas del infierno. Y, en ese momento, entre sus tazas de café, reposaba el arma azulada y brillante de Vox, como si se la estuviera regalando a Valentino.

—Entonces... va más allá del dinero o un trato de negocios —dijo el proxeneta entrecerrando sus ojos con una desconfianza feroz—. ¿Por qué debería creerte, Vox?

La historia de Vox siendo su pareja de negocios era tormentosa y larga. Aunque no tanto como la relación que el proxeneta tenía con Vox luego de cruzar algunas líneas y terminar en la cama varias veces.

Valentino acogió la confesión de Vox con cuidado y desconfianza, pero no se lo podía demostrar. Jurar amor por alguien era extraño en las profundidades del infierno, las relaciones en si eran casi imposibles porque se tornaban demasiado conflictivas. Y en el caso específico de ellos dos... todo parecía ser solo una locura.

Que Vox lo quisiera tanto y hubiera cambiado sus tratos hacia él le era imposible de creer. Pero, más que nada, le hacía sentir emociones que no recordaba haber experimentado antes. Algo cálido, algo que lo hacía sentir demasiado incómodo.

—Sé que estaré a tu altura en las empresas, como si fuera una especie de esposo para ti —mencionó al tener conocimiento de que esa sería la primera medida que le regalaría el hombre TV. Pero él necesitaba una garantía más grande.

—En realidad, serás una rey.

Vox habló por primera vez con su voz grave y omnipotente. Sonrió de forma natural y espontánea, gesto que le indicó a Val que no mentía porque lo conocía demasiado bien. Sin embargo, el proxeneta no quería entregarse de una forma tan ciega.

—Sabes a lo que me refiero —contestó de mala gana, lo miró a los ojos y fue directo debido a su mayor preocupación—. Estoy lleno de problemas y de trabajo con mis actores. Y ya no quiero agregar más a mi lista. Francamente, las emociones son aburridas.

Fue entonces que Vox entrecerró sus luminosos ojos rojos en su pantalla y se quedó en silencio por largos segundos. Él pensó en eso desde el principio, también en toda la desconfianza que le tendría a Angel Dust debido a su enfermiza relación con él y en las consecuencias de sus decisiones.

Pero estaba tan seguro y determinado a causa de sus fogosos sentimientos que no pudo dar marcha atrás. Lo comprendió desde la primera vez que vio a Valentino, ya que era alguien que ofrecía emociones venenosas o posesividad, pero al ritmo de la pasión que él necesitaba. Vox amaba ese veneno.

Val era un hombre fuerte, alguien con una personalidad tan perseverante que valía mucho más que la mayoría de todas las personas que había conocido en el infierno. Y encontrar una joya tan valiosa y única era algo que no le volvería a pasar, ya que Val era, en definitiva lo más hermoso que había conocido.

—Voy a garantizarte protección, cumplir todos tus deseos y... —Vox se rindió a sus pies y acercó el arma hacia Valentino, la empujó para que la tomara y se adueñara de ella— Voy a bajar la guardia contigo para que puedas asesinarme cuando más te plazca.

Se alejó y parpadeó lentamente, porque estaba totalmente consciente de su decisión. Morir a manos de la persona que amaba se sentía como algo digno, las balas del hierro de los ángeles eran dolorosas y letales. Cualquier cosa que eligiera el proxeneta, la aceptaría con honores. Aunque el hombre TV sabía que era una mala persona, también podía reconocer que las malas acciones siempre merecían un castigo.

—... Eso es demasiado —murmuró Val con cansancio. No quería tomar el arma, de hecho no volvió a mirar el revólver. Se sentía alterado ante la idea de que Vox desapareciera de la nada misma. Y la determinación que poseía era tan grande que no pudo evitar sentir su corazón vibrar en deseo.

Entregarse por amor incluso sabiendo que la muerte estaba en la otra cara de la moneda era algo demasiado fuerte.

—Es la única forma de que me creas —aunque Vox tomó la decisión conscientemente, lo volvió a mirar a los ojos con seriedad y quiso al menos obtener una respuesta—. ¿Qué es lo que sientes por mí, Val?

El mencionado se quedó sin habla. Una pregunta directa, complicada y absurda. Se sentía tan estúpido, tan jodidamente feliz, tan increíblemente importante por poder dominar a una bestia como Vox. Porque así era, lo tenía rogando por amor a su manera. Nadie tuvo eso antes.

Su corazón se desató por completo, sus palpitaciones lo sucumbieron cuando el contrario le tomó la mano sobre la mesa y acarició sus nudillos con delicadeza y mucha suavidad.

—¿Qué es lo que siente tu corazón? En este momento, puedes hacer lo que tú quieras —dijo Vox sin dejar de acariciar los suaves y tibios dedos del contrario—. Dispararme o alejarte. Eres libre.

Ese era el sabor de la libertad de elegir más allá de su acuerdo de negocios, de su poder o su dinero. Decidió tomar la mano del contrario, estrujarla fuerte y luego levantar su avergonzada mirada de ojos rosas hacia él, quién le ofreció una de sus más sinceras sonrisas.

—Quiero besarte y... quiero ser tu rey.

Se levantó solo para llegar a él, sentarse sobre sus piernas y sujetar su rostro entre sus manos. Sus manos inferiores envolvieron el torso de Vox, quién también lo sujetó de la cintura con sus brazos, con posesión y firmeza.

—Porque también te amo —largó el proxeneta en un caliente suspiró. Sus respiraciones se unieron, selló el pacto de su amor besando sus labios y sosteniendo su pecho con sus manos.

Vox lo abrazó contra su cuerpo y le sostuvo la espalda. Desde ese momento en adelante, iba a protegerlo y amarlo como siempre debió hacerlo.

Money Power Glory | StaticMoth / VoxVal Onde as histórias ganham vida. Descobre agora