But I would like to dance with you

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Iluminados por el tenue brillo de la lámpara, sus emociones afloraban a través de un beso.

Desde hace meses en donde su amistad se hizo más fuerte, Husk y Alastor empezaron a compartir cuarto en una de esas residencias universitarias cercanas al campus. Para ser exactos más de siete meses, cuestión por la cual terminaron yendo un bar esa noche a celebrar dicha fecha, aprovechando las vacaciones de verano. Pasadas las doce de la noche regresaron ambos a la residencia, pues se encontraban agotados de tanto bailar. Porque si, Alastor en su faceta extrovertida (que había logrado construir no hace mucho) invitó a bailar a Husk a la pista de baile cuando el alcohol hizo estragos en su sistema. Pero lo curioso de ello fue que al bailar al son de la música el mayor notó la manera en la que el más joven lo abrazaba celosamente cuando alguna chica le coqueteaba o incluso dedicándole una mirada brillosa de aparente lujuria pero, al parecer esa timidez suya había regresado aunque sea por ese aspecto.

Cuando llegaron, las tensiones se sentían. Y todo terminó por partir en una especie de discusión.

«¿¡Pero qué carajos es lo que te pasa!?» le había preguntado Husk, enojado por la actitud infantil que el muchacho había adoptado tan pronto llegaron a la habitación.

«¡Lo que me pasa es que no lo soporto, Husker!» explotó, tomándolo del cuello de la camisa y acercando su rostro peligrosamente la suyo.

Atónito por aquella muestra de coraje, el ya mencionado no reaccionó a tiempo, quedándose inmóvil, casi expectante. Ahora que lo miraba más de cerca, podía ver al rubio realmente enojado, con la mirada levemente adormilada, las mejillas sonrojadas por lo ebrio que estaba, su particular aroma a moras y su aliento a whisky. Y ni hablar de esa pecaminosa figura que más de una vez lo había hecho dudar; definitivamente Alastor era la tentación encarnada. De apariencia frágil y actitud dócil en su sobriedad pero con un coraje indomable cuando se lo proponía.

Pero de nuevo lo escucho hablar, esta vez aflojando su agarre y casi sintiéndome aire faltarle en un ligero mareo.

«Estoy harto...» susurró lentamente «¿Qué tengo qué hacer para que me notes?» le preguntó, ahora sonando menos enojado pero si desesperado.

Confundido, Husk lo tomó por los hombros para tratar de tranquilizarlo, puesto que él al parecer era el único con la mayoría de sus sentidos al noventa por ciento mínimo.

«¿Notarte?» había repetido «¿Que quieres decir con eso, Alas-» y no pudo terminar de hablar al sentir como el susodicho había posado torpe pero decididamente sus labios sobre los suyos, besándolo.

Y bueno, tal vez pudo haber sido el alcohol, tal vez pudo haber sido un deseo oculto naciente d ela innegable atracción que sintieron por el otro al momento de volverse oficialmente amigos pero, el de cabellos negros no se resistió, siendo engullido casi de inmediato en un océano de confusión y deseo. Beso tras beso, sus manos terminaron por agarrar las frágiles caderas del rubio, que suspiraba contra sus labios nubes de vapor a causa del calor de la situación.

Alastor se encontraba extasiado, al fin había logrado su cometido, cometido que adquirió con el tiempo al conocer mejor a aquel joven azabache de ojos dorados y actitud amargada. Él fue la firmeza que necesito todo este tiempo, y viceversa, fue la suavidad que requería aquel corazón carente de emoción, tan duro como piedra.

Sus lenguas no tardaron en conocerse y el sabor a whisky combinado con ron en una explosión tropical fue en lo absoluto, por demás embriagador. Guiando sus pasos hacia una de las dos camas del reducido espacio, es como nos remontamos a este preciso momento.

Sentado en la cama mientras que cierto chico sentado en su regazo degustaba sus labios con pecaminoso deseo, Husk se separó de ese beso a causa de la falta de aire en sus pulmones. Ambos jadearon, con los sentidos nublados por una bruma de éxtasis y ansiedad.

𝗦𝗪𝗜𝗡𝗚 𝗟𝗬𝗡𝗡Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum