I would rather die than feel this pain

246 29 29
                                    

Parado con el corazón hundido en su pecho, observó como a quien amó se encaminaba a comprar un boleto de avión.

Meses habían pasado desde aquella noche de emociones incontrolables. Meses en los que algo más que una amistad creció entre Husk y Alastor, claro está. Habían comenzado a salir, a pasar mucho más tiempo juntos que antes. De vez en cuando en las calurosas noches en donde la luz de la luna iluminaba el cielo, compartían fogosos besos y ardientes toques. Y claro, la ternura de sus caricias no se podía contener, llegando hasta el fondo de sus corazones enamorados, extasiados con el otro.

Pero no todo iba a ser color de rosa. Oh, claro que no. Luego de arduas semanas de insufribles evaluaciones en la universidad, ya un día antes de la graduación, Alastor entre lágrimas vino a él gimoteando una noticia que a ambos los destrozaría: «T-tengo que irme de aquí, H-Husk...»

«¿Qué?» había dicho con incredulidad «¿Por qué?»

«Mi padre falleció.» respondió, abrazándolo y conteniendo sollozos «Tengo que irme de aquí lo más pronto posible para el papeleo del testamento.»

Ese hombre no era realmente su padre, no de vínculo sanguíneo, pero cuando su madre lo abandonó en las calles aquel oficial de policía decidió acogerlo, criarlo en su seno como si fuera su hijo. Era por eso le dolía tanto su partida, era por eso que quería irse ya de ahí.

Husk lo abrazó con fuerza, angustiado.

Justamente mañana era el día de la graduación, el día en donde ya no tendrían una excusa para seguir viviendo juntos, para seguir estando juntos. Pero el de cabellos negros no lo quiso ver así.

«Pero volverás... ¿Cierto?» no obtuvo respuesta, solo sintiendo como su camisa se humedecida a causa de las lágrimas de su pequeña mora azul que en la tristeza, solo alcanzó a aferrarse a él.

«N-no lo sé.» susurró «Y-yo... No sé si pueda regresar una vez que esté de nuevo en Nueva Orleans.»

Era cierto. Los viajes en avión eran costosos, puesto que de Nueva York a Nueva Orleans había una buena diferencia. Luego de un rato de silencio, Alastor se secó las lágrimas y lo miró con ojos brillosos, esperanzado.

«¿Y si vienes conmigo?» preguntó.

Pero Husk calló.

Si bien no quería que Alastor se fuera solo al estar pasando en un momento tan duro como este, tampoco podía irse. No cuando ya había conseguido terminar la carrera, en un momento tan crucial como este, en donde tenía que conseguir un mejor empleo a como dé lugar y ciertamente, ya había conseguido convencer a un viejo amigo de su madre para que le diera un trabajo en un bar. Y ni hablar d ela escases de dinero por la que pasaba justo en estos momentos.

«Lo lamento...» susurró, acariciando sus cabellos «No puedo...»

-¿Querido?

La voz cándida del rubio lo despertó de su letargo, parpadeando varias veces para así regresar en sí. Sus ojos se posaron en la figura del susodicho, que vestía un suéter celeste y un gorro para el frío. Porque si, justo ese maldito día hacía un frío infernal.

-¿Si?

-Listo, ya compré el boleto -le mostró el ya mencionado, forzandose a sonreír un poco-El vuelo sale dentro de media hora.

Husk asintió, regresando la mirada al frente con desgano. Alastor terminó por sentarse a su lado, tomando su mano y recargando su cabeza en su hombro como la vez en la que se conocieron, cosa que no hizo más que deprimir al azabache, que apretó su mano suavemente, casi con temor de soltarlo. A su lado estaba la maleta del rubio, ya que luego de la fiesta de celebración por la graduación salieron en carrera al aeropuerto y él se ofreció a ayudarlo ya que, aunque no quisiera creerlo, tal vez esa sería la última vez que se verían.

𝗦𝗪𝗜𝗡𝗚 𝗟𝗬𝗡𝗡Where stories live. Discover now