Sus ojos pasaban cansados por la zona de refrigerados, arrastrando el carrito con sus antebrazos al estar encorvado; su pequeño hijo frente a él sin parar de depositar en el interior del canasto metálico sus cajitas de jugó para él, sus hermanas, y futuros invitados para la fiesta.
Izuku no puede evitar suspirar, con una sonrisa cansada. – Antes compraba diez cajas de cervezas. – sus cejas se juntan cuando al menor vuelve a poner una caja más en el carrito. – Y ahora estoy comprando diez cajas de jugo.
Izuku solo negó con la cabeza, su sonrisa aún presente en su rostro cuando volvían a avanzar una vez Katsuma acabó con su compra. Divagante, con algunos de sus recuerdos burlándose de lo viejo que estaba en su cabeza, Izuku y Katsuma continúan con la compra. Ya saliendo del pasillo, alguien se acerca a ellos con una sonrisa. E Izuku creería que sería alguien quien le pediría un autógrafo, una foto, o algo del estilo. Sorpresa fué que el sujeto se estaba acercando a su hijo.
– ¡Hey, Katsuma! – el adulto —extraño— llega hasta ambos, y con una familiaridad que extraña a Izuku, él y su hijo chocan los cinco como si fueran los mejores amigos más longevos del planeta.
– ¡Bíceps de bizcocho! – el niño dice en un tono capaz de llamar la atención de hasta tres pasillos a la redonda. La sonrisa que porta Katsuma es completamente opuesta al rostro de su padre. Cuando el adulto —extraño— ahora nota a Izuku, este asiente y lo saluda igual. Katsuma ante esto, voltea al peliverde. – Pa lo llama de esa forma, así que yo lo llamo Bíceps de bizcocho.
Y su sonrisa es tan angelical como el día que llegó a su vida, pero Midoriya no siente su sonrisa llegar ni a rozar sus ojos de lo forzada que era. Sus ojos verdes no dejan ni un segundo al extraño cuando su hijo mencionó a su esposo.
– Con que así, ¿eh? – su tono monótono era palpable en cada palabra.
– ¿Debes ser el esposo de Katsuki, verdad? – dice el —extraño— Bíceps de bizcocho con una sonrisa completamente incrédula a los pensamientos pasivoagresivos cruzando la mente de Midoriya. Este le extiende la mano con una sonrisa brillante. – Soy Shindou.
– ¿Y de dónde conoces a mi esposo, Bíceps de bizcocho? – Izuku dice entre dientes, la mano de Bíceps de bizcocho quedando en el aire.
– Ah- – este río y cruzó sus brazos, el gesto grosero de Midoriya pasando como si nada. Eso no le agrado a Izuku. Y menos por como esa sonrisa pulcra sigue allí despreocupada. – Bueno, le dimos duro esta mañana.
– ¿Ah, si? — una vena está a punto de explotar de su frente cuando el otro asintió sin más. – Yo también le di duro y a fondo esta mañana.
Las facciones de Bíceps— Shindou se rompen entonces. Sus párpados se abren y su sonrisa flaquea, el color de su rostro dejando algo pálido. Sus ojos mártires corren hacia otra dirección para luego volver a mirarlo. Una sonrisa temblorosa en sus labios ahora.
ČTEŠ
• 𝖦𝗋𝗈𝗐𝗇 𝖴𝗉𝗌 •
HumorDespués de 30 años, los cinco amigos se reúnen en una casa del lago para llorar la pérdida de su antiguo entrenador de básquet y vuelven a descubrir la alegría de la niñez. Solo que esta vez, ellos ahora ya no son niños cómo la primera y última vez...