1. Cuando nos conocimos

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Panem tiene una infinidad de normas. Muchas de ellas, inamovibles. Tanto que se vuelven certezas.

En verdades irrefutables.

Una de ellas es que las personas de distintos distritos no deben relacionarse entre ellas. Cada distrito es su propio universo, ajeno al resto, con la única excepción de las diez caras y voces a través de las pantallas que emiten Los Juegos cada año.

El sol sale y se pone todos los días, el fuego quema, los Juegos se celebran cada año y los distritos no tienen contacto entre sí.

Violeta Hódar nunca se había planteado aquella verdad irrefutable hasta que cumple doce años.

Su universo, irremediablemente, se compone de límites del Distrito 2, trazados cuidadosamente en un mapa.

Violeta tiene doce años, y ve a Chiara Oliver por primera vez escondida tras las piernas de su madre. Más tarde, Violeta se enteraría de que Emma, una de las encargadas de la mayor central eléctrica del Distrito 5, era una de las pocas personas en Panem a las que se les permitía cruzar entre distritos por trabajo.

La ve por primera vez escondida detrás de las piernas de su madre, pero la conoce por primera vez a través del sonido de un pequeño instrumento de madera, acunado con cuidado en las manos de Chiara. Cuando el sonido cesa, Violeta le pregunta con fascinación por aquel curioso instrumento y aquella preciosa melodía.

- ¿Te gusta?

Chiara junta sus manos en su regazo, con las mejillas sonrosadas.

- Ha sido precioso. ¿Puedo escucharlo otra vez?

Chiara sonríe de oreja a oreja, y Violeta no lo sabe entonces, pero su vida cambia para siempre.

Porque Violeta Hódar conoce a Chiara Oliver, y de pronto el universo ya no está en los límites del Distrito 2, trazados cuidadosamente en un mapa.

De pronto, el universo es infinito.

―――

Chiara y Violeta se conocen en verano, y durante los meses siguientes, Chiara y su madre pasan mucho tiempo en el Distrito 2.

Y al inicio, Chiara siente miedo. Encajar no siempre había sido fácil para ella, ni siquiera en su propio Distrito. A pesar del apoyo y amor incondicional de su madre y el resto de su familia, no puede evitar pensar que hay algo en ella que no está del todo bien.

Porque si nadie a su alrededor parece entenderla, ¿no será que el problema es ella, y no los demás?

Ese pensamiento, a lo largo de su infancia, se afianza hasta convertirse en una verdad irrefutable.

El sol sale y se pone todos los días, el fuego quema, los Juegos se celebran cada año, y ella nunca va a encajar.

Chiara Oliver no se replantea aquella certeza hasta que cumple diez años.

Tiene diez años cuando una chica pelirroja del Distrito 2 se acerca a ella, mirándola como si fuese lo más fascinante que jamás ha visto, y le pide escuchar su música.

De pronto, Chiara Oliver, bajo la mirada de Violeta Hódar, siente que quizá sí existe un lugar en el mundo para ella.

―――


Durante los primeros meses después de conocerse, Chiara pasa mucho tiempo en el Distrito 2.

Y aunque teóricamente no debe - el sol sale y se pone todos los días, los Juegos se celebran cada año y los habitantes de distintos distritos no deben relacionarse entre sí - Chiara pasa casi todo ese tiempo con Violeta.

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