The Tortured Poets' Society || Namgi || OT7

c a r d i g a n

Es difícil para Yoongi el hacerle entender que el dolor lo atraviesa simplemente por el placer de su existencia. Namjoon no podría entender jamás el lío de voces que recorren su mente en el plazo de segundos; cuan crueles son sus gritos y cuán terribles son los comentarios que lo asaltaban a cualquier hora del día. Sería difícil para él entender que un mínimo golpe o una mínima provocación lo harían estallar de ira o de angustia, y que tratar evitarlo lo haría sentir peor: angustiado, roto, con el alma en llamas. Cada vez que se resistía al dolor, terminaba explotando como una bomba, destrozando todo a su alrededor.

Y Yoongi entiende que lo mejor era escaparse, huir, correr para no mirar atrás y no romperle el corazón a más gente.

¿De cuantas heridas estamos hablando? ¿De cuánto horror podemos aguantar?

¿Acaso puede tu templanza calmar la ansiedad de mi sol?

----------- カーディガン------------

Yoongi intentaba gritar de forma tácita que no era un muchacho normal. Que apenas podía escaparle a la gente por voluntad propia, así que las camisetas negras y anchas, los pantalones embolsados y las zapatillas escritas con marcadores hablaban por sí solas. Algún tiempo atrás se había realizado un piercing en la ceja, pero lo había dejado cuando empezó a infectarse. Así que allí andaba él, un chico de menos del metro setenta y pelo lacio, oscuro y profundo.

El autobús aún no llegaba, así que decidió ponerse los auriculares para escuchar a Taylor Swift. No, no es que a él le gustase esa música de niñatas, pero había un par de álbumes que lo interpelaban y, a regañeres, aceptaba que estaban tocando alguna fibra sensible.

A friend to all is a friend to none

Chase two girls, lose the one

When you are young, they assume you know nothing

Era, evidentemente, culpa de Hoseok.

Y, además, llovía a raudales.

Se puso en pie en cuanto el autobús llegó. Ignoró por completo a la mujer embarazada que le miró con ojos de perrito mojado e ingresó, buscando asiduamente un sitio donde sentarse en soledad.

Se sentó junto a la ventanilla, mirando fuera. Con los ojos cansados, observó cómo el cielo relampagueaba, y se compadeció (sólo un poquito) de los pobres diablos abandonados a su suerte bajo la lluvia. A pesar de su personalidad melancólica, detestaba la lluvia. Le resultaba incómoda; apenas tenía zapatos acordes (la estética antes que lo ridículo, Hoseok, no entiendes nada), pero también reconocía que había algo mágico en cómo la ciudad se sumía en un letargo ante las lágrimas derrochadas por el cielo.

Planeó lentamente su llegada a casa. Mentalmente, detalló punto por punto las tareas pendientes; incluyendo lavar ropa y ordenar un poco su armario. También tenía que alimentar a Shooky como todos los días, regar las dos o tres plantas que le hacían compañía y, tal vez, llamar a su madre. Hacía rato que no sabía nada de ella.

O su padre.

Pero ese detalle no le importaba mucho.

La sola imagen de su padre, que atravesó su mente como un relámpago, bastó para que se le embriagara el corazón de pura ira. Tal vez... sí, hay algo embriagante en el enojo, se pierde control del cuerpo, el alma, se actúa sin pensar y uno se regocija en ese estado. Es mejor que no sentir nada, que la apatía.

Al final, que el enojo nos hace sentir vivos.

Yoongi apretó los puños de la rabia, los anillos clavándose en las palmas. ¡Sí, se sentía vivo! Pero atravesado por el dolor, por la rabia, por la angustia. Qué horror amar a alguien que nos ha herido, ¡cuánta ira acarreando lo único que nos queda de ellos! No, no, eso es una mentira. Nos quedan recuerdos llenos de felicidad pantanosa, contaminada por la desazón. Son fotos quemándose por el fuego de la bronca; son cuadros empapándose por la lluvia tormentosa de la angustia. Son los pasos que hemos dado y...