2. Cumpliríamos todas nuestras promesas

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Es la mañana de la cosecha, y como cada año desde que cumplió doce, Chiara se despierta al amanecer, con un nudo en el estómago.

El desayuno es un mero trámite. La comida parece no bajar por su garganta, mientras de fondo percibe el inicio de la cosecha en el Distrito 1. Decidiendo no prestar atención, mantiene su mirada fija en la esquina deshilachada del mantel.

Llega el turno del Distrito 2 y escucha un suspiro profundo. De su madre, deduce. Le lanza una media sonrisa tranquilizadora.

Y es que Chiara se siente tranquila. Éste es el último año en que Violeta puede participar en los Juegos, y sabe que no se presentará.

De todas formas, Violeta ya le había explicado con la voz quebrada que habían seleccionado a Denna como voluntaria entre las chicas — al parecer, nadie quería repetir el bochornoso espectáculo del año pasado.

Un escalofrío recorre su espalda al recordar la sonrisa amable de Denna, ofreciéndole una mano para ayudarla a subir al tobogán debajo de su casa. También recuerda la sonrisa radiante de Violeta, observándolas juntas.

Pronuncia el nombre de Denna en voz alta, y Chiara se pregunta si fue pura casualidad que saliera su nombre o si de alguna manera lo habían manipulado.

A su lado, escucha el suspiro entristecido de su madre.

Aunque no tendría mucho sentido. ¿Por qué arriesgarse a que alguien se rebele y decida presentarse voluntaria en vez de su alumna estrella—

- ¡Me presento voluntaria!

No, no, no...

En milésimas de segundo, Chiara se encuentra frente a la pequeña televisión, frente al primer plano de Violeta caminando con la frente en alto hasta el escenario, bajo los insultos de su Distrito.

No lo he olvidado, Kiki.

Violeta levanta la mirada mientras el Alcalde y los responsables del Capitolio intentan calmar los ánimos, y Chiara no es capaz de leer su expresión.

Y eso la aterroriza.

- ¿Mamá?

Emma pone una mano cariñosa sobre su hombro y le dedica una mirada llena de preocupación.

- Mi vida...

Ruslana y Martin aparecen segundos después, sin aliento tras carrera desde sus propias casas, y se lanzan a sus brazos.

Ambos susurran en su oído, intentando consolarla, y con una terrible sensación de vacío en la boca del estómago no puede evitar pensar que la única persona que sabría qué decir para hacerle sentir mejor es Violeta.

Violeta deja un beso sincero en su pelo y le promete que ella nunca le hará daño.

Al mismo tiempo, arde en su garganta la necesidad de gritar.

Se lo había prometido.


———

Es la mañana de la cosecha, y el nombre de Chiara Oliver está en la urna un total de ocho veces.

Su nombre resuena en el aire y todas las miradas se posan sobre ella.

Ruslana comienza a llorar.

Chiara respira hondo y se obliga a avanzar hacia el escenario.

Su madre suelta un grito desgarrador.

Una vez en el escenario, Chiara dirige una mirada vacía a las cámaras.

Martin aprieta la mandíbula, y sus manos tiemblan a sus lados.

In another life | KiviWhere stories live. Discover now