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٠࣪⭑ — ¿KEITARO, ESTAS DESPIERTO?
Sus ojos se abrieron poco a poco, sintiendo un resplandor que lo cegó por unos segundos. Cuando su vista se adaptó, logró ver a las personas frente a él, no reconociéndolas del todo, lo que empezó a asustarlo.
— ¿Cómo te sientes?
Abrió la boca, pero no salió ninguna palabra. Todo su cuerpo se sentía cansado, no lograba mover ninguna de sus extremidades, no lograba entender qué sucedía o quiénes eran esas personas. Estaba desorientado, como si acabara de nacer.
— No lo presiones mucho, aún es pequeño como para entender qué es lo que sucede — un anciano entró al lugar, acercándose al niño —. Se parece a ella.
— ¿Cree que funcionó? Ella ya escapó, no podremos obtener más — preguntó la doctora, quien también era la hija del anciano.
— Lo veremos con el pasar del tiempo, no se puede hacer nada, este niño necesita crecer y fortalecerse para que todo haga efecto.
— Ma... — el niño llamó la atención de ambos adultos, quienes lo miraron de inmediato — Mamá... — se removió incómodo en esa camilla, empezando a forcejear, intentado liberarse de los seguros que lo mantenían atado a la camilla—. ¡Mamá! ¡Quiero a mi mamá! — todo el lugar tembló, mientras el llanto del niño empezaba a aumentar más y más.
— Rápido, sosténganlo — ordenó la doctora.
— Alto — el anciano habló, así que los enfermeros se detuvieron —. Traigan a la chica.
— Padre.
— Tráiganla.
La mujer se fue rechistando. A los pocos minutos llegó con una chica de cabello negro y unos lindos ojos verdes, bastante joven. La acercó al anciano, quien, con su mirada, señaló al niño llorando, dándole a entender que hiciera algo.
— Keitaro... — el niño le puso atención a la mujer, pero sin dejar de forcejear—. Kei...-chan, mamá ya está aquí...
Él dejó de forcejear, para solo llorar mientras seguía mencionado 'mamá', ella se acercó, desabrochó los seguros y cargó al niño de tres años en sus brazos. El pequeño se aferró al cuello de su madre, sintiéndose más seguro en sus brazos.
— Llévalo a descansar — ordenó el anciano, mirando de manera fija al niño.
— Si — la doctora guió a la pelinegra directo a la salida, pero se detuvieron al ver como el niño empezaba a toser.