𝗟𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗻𝗱𝗲𝗻𝗮𝗱𝗼𝘀.

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Camine por los pasillos del Santuario sosteniendo el cuchillo que me había entregado papá con fuerza, algo tonto, ya que todos en este lugar traían metralletas y armas en mano, con un cuchillo no haría mucho pero si pude defenderme antes con el, podría hacerlo ahora también.

Me aferre al mini artefacto como si de eso dependiera mi vida, cosa que realmente era así y seguí en busca de aquel latino. Los pasillos del Santuario estaban completamente vacíos, gracias a los que Rick estaba llevando a cabo al frente. La mayoría de las personas deberían estar en el primer galpón después de los primeros disparos que dieron las personas de las tres comunidades unidas.

Detuve mis pasos de forma abrupta y de forma rápida me metí a la primera habitación que vi, me coloque a un lado de la puerta abierta y intente relajar mi respiración ante los pasos de algunos salvadores, al mismo tiempo en el que levantaba el cuchillo de forma lenta hasta que quedó sobre mi pecho, lista para cualquier cosa.

Conte hasta veinte mentalmente y volví a asomar mi cabeza por fuera de la habitación, mire a ambos lados y solté un suspiro lleno de alivio al ver como los pasos que escuchaba hace un rato ahora daban la vuelta para perderse de mi vista.

Salí de la habitación para retomar mi camino nuevamente hacía la habitación de Isaac, sintiendo mi respiración hacerse más pesada en cada paso que daba.

Cuando llegue a esta abrí la puerta con brusquedad y entre en ella con el cuchillo en alto en busca del latino.

Solté un jadeo y sentí mi cuerpo llenarse de preocupación al ver todo el lugar desordenado y sin ninguna señal del chica.

Maldecí por lo bajo y salí de la habitación pensando en el único lugar que podría estar en este momento, la cocina, no tarde mucho en apresurar mis pasos y correr por los pasillos en busca de mi segundo punto de búsqueda.

Detuve mis pasos en medio camino cuando una fuerte explosión resonó por todo el lugar, mire el reloj que estaba en mi muñeca y maldecí una y otra vez. Diez minutos después de la explosión.

Una mueca llena de molestía se abrió paso en mi rostro y mire ambos lados de los pasillos sin saber que hacer, uno de ellos me llevaba directo a la cocina y el otro a la salida del Santuario.

Levante mi mirada y me disculpe mentalmente por lo que haría, diez minutos, después de pensarlo un rato no tarde en irme por el camino que me llevaría fuera del Santuario. Iba a cumplir y con una valentía mucho más grande de la que traía ahora.

[ . . . ]

Esquive los árboles con rapidez dándole una corta mirada al reloj que se encontraba en mi muñeca, aún tenía tres minutos para llegar al punto de encuentro puesto por los líderes de las tres comunidades, apresure sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas, no por tristeza o otra razón, estaba molesta y llorar era la única alternativa que tenía para no golpear algo o matar a alguien, estaba molesta conmigo misma, no estaba logrando mi meta, sacar a Isaac y a Perro de ahí.

Pero no llore, me aguante las ganas y limpie mi nariz, llorar no resolvería nada, solo tenía que demostrarle a papá que yo puedo, con lágrimas no lo haría.

El ruido del motor de algunos autos me hicieron detener mi caminar y agacharme detrás de unos arbustos en busca de protección, sin visibilidad.

Me quedé en ese lugar en silencio pensando en como podía asomarme por ahí sin ser vista, pensé eso hasta que un segundo motor se escucho, un motor que conocía a la perfección.

Me puse de pie y una sonrisa se formó en mis labios al ver a Daryl pasar a gran velocidad a unos cuantos metros de mi, solté un suspiro lleno de alivio y retome mi camino siguiendo la marca de las llantas de su moto.

𝖠𝖥𝖳𝖤𝖱: 𝖾𝗇 𝗆𝗂𝗅 𝗉𝖾𝖽𝖺𝗓𝗈𝗌. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora