Prólogo

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Aunque Mel no supiera quién era su madre o el motivo por el cual su padre la dejó en las manos Garp, ella era feliz en cierto sentido, pues tenía a Sabo, quien era como un hermano mayor para ella; a Luffy, quien siempre fue su cómplice para hacer travesuras, así como también era, a mucha honra, su mejor amigo y en quien podría poner, totalmente, su vida en su manos sin dudarlo; y, por ultimo pero no el menos importante, tenía a su inigualable primer y único amor, Ace D. Portgas.

Intentase lo que Ace intentase, parecía que este se había autoimpuesto la misión de hacerle entender que la quería como una hermana menor, sin embargo, Mel nunca se rindió, o, bueno, no hasta que Ace cumplió los  17 años, zarpando al mar para volverse un gran pirata. Mel estaba feliz por él, claro que lo estaba, ¿cómo no iba a estarlo si ese siempre fue el gran sueño de Ace? Ese fue su sueño de desde que lo conoció, siempre lo dijo claro y alto, con orgullo, esa fue la razón por la que enterarse, un tiempo después, de que su gran amor se había vuelto un gran y magnífico pirata, la emocionó bastante. Más tarde, tomó la decisión de zarpar junto a su mejor amigo para iniciar de nuevo, tener nuevas aventuras, conocer a nuevos amigos y, tal vez, solo tal vez, volver a encontrarse con el mayor de todos y poder confesar sus sentimientos.

No obstante, algo que ella nunca esperó, fue que durante sus aventuras se encontrara con la sorpresa de que su padre era, en realidad, un almirante de la Mariana, pues durante todos los años en los que este le mandaba cartas por medio de Garp, nunca le daba mayor información sobre su entorno, solo le hacía preguntas simples, tales como si estaba bien o si necesitaba apoyo económico, a veces haciéndole pensar que su padre no la quería verdaderamente, que tenía una nueva familia y se había olvidado de ella, así que cuando volvió a encontrarse con él, se sintió muy feliz...Sin embargo, las circunstancias no le permitirían estarlo por mucho tiempo, debido a la cruda realidad en la que ella era una pirata y él un reconocido e inigualable almirante de la marina.

Había veces en las que se ponía a pensar en qué hubiera pasado si hubiera hecho caso a su padre, entonces… ¿las cosas habrían sido diferentes? Si hubiera huido y se hubiese escondido, tal y como su progenitor le había recomendado, entonces… ¿Ace no habría muerto? ¿Luffy no la hubiera odidado? Probablemente sería así y esas eran las principales razones por las que se arrepentía de las decisiones que había tomado, sin embargo, hubiera elegido este camino u otro, siempre terminaba de la misma forma: sola, justo como ahora, pero al menos, no estaría viviendo con un ser tan despreciable y repugnante como lo era su madre, un Dragón Celestial, es decir, los seres que le habían quitado a Sabo. Se le revolvía el estómago sólo de pensar en ello.

Destinos entrelazados Where stories live. Discover now