6. ¡Felicidades!

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—Nadeem.

Me doy la vuelta lentamente y veo a Brian con una sonrisa, pero yo tengo lágrimas en las mejillas y en cuanto las ve, viene hacia mí.

—¿Cómo lo has sabido? —me apresuro a decir mientras me levanto del suelo.

—Bueno, un cuervo muy amistoso me lo ha dicho —dice él con una carcajada divertida al final.

Nos reímos al unísono y mientras yo me siento en el banco, él va a por la caja y se sienta a mi lado con ella.

—¿Cómo has hecho lo del fuego? —pregunto mientras se mira las manos nervioso.

—Pues, ese es mi poder. Controlo el fuego y cualquier partícula que conlleve el calor —dice con una sonrisa al ver mi expresión.

—Nadie ha controlado el fuego en más de trescientos años. Me alegro que ya hayas obtenido tu poder —me sincero con una sonrisa.

—Gracias —baja la cabeza y me vuelve a mirar—. Ábrelo, es tu regalo —añade con una sonrisa nerviosa.

—No hacía falta, Davin —digo mientras se me encienden las mejillas.

—Oye, que es tu cumpleaños y sí hacía falta. Hoy casi te mueres —finaliza mientras yo cojo el regalo.

No es una caja grande, más bien es pequeña. La abro y me sorprendo al ver lo que hay en el interior.

—¡Es preciosa, Brian! —digo muy sorprendida.

Es un colgante de la silueta de un fénix. La parte de la izquierda es de agua y la parte de la derecha de fuego, y en un intento de unirse, forma una línea blanca fundida con ambas partes.

—Me alegro de que te haya gustado. Lo he mandado a hacer para ti —confiesa él con una sonrisa plena—. Te ayudo —añade al ver que intento ponérmelo.

Asiento y le doy el collar. Él me aparta el pelo, rozándome la espalda y los pelos se me ponen de punta, pero lo ignoro. Finalmente, logra ponerme el collar y yo me doy la vuelta para mirarlo.

—Muchísimas gracias, en serio es precioso —me sincero, poniendo mi mano sobre la suya en el banco.

Él guarda silencio unos minutos y veo cómo la luna llena se esconde tras la cima de la montaña.

—¿Quieres hablar de lo que ha pasado hoy? —me pregunta al ver que mis ojos se ponen llorosos.

—A medias —respondo—. Más bien de lo que me pasó cuando estaba debajo del agua. De mis manos salió una luz azul y esa luz es la que me ha mantenido con vida hasta que tú llegaste —sigo y, al ver su expresión de sorpresa, freno en seco.

—Nadeem, ¿sabes lo que significa esa luz? —pregunta, haciendo que ponga todo mi interés en él.

Tras unos segundos, me sorprendo yo misma.

—¿No creerás...?

—Nadeem, la hidroquinesis se ha perdido al igual que la piroquinesis, y ahora yo tengo uno de ellos. ¿Quién dice que no puedas tenerlo? —calla unos instantes y miro sus manos nerviosas.

—Pero si no he ido al árbol sagrado, no lo entiendo.

—¿Y qué puedo hacer, Brian? —le pregunto inquieta.

—Habla con tu tía, ella lo tiene que saber —guarda silencio al ver mi expresión—. Sé que estás enfadada con ella, pero si quieres saberlo es la única opción.

—Vale, mañana hablaré con ella —finalizo y miramos las estrellas.

El silencio es mutuo, pero no incómodo. Al contrario.

—Háblame sobre ti —le digo a Brian de la nada.

Él se gira a mirarme y entonces es cuando me arrepiento de haber dicho eso.

—Si quieres, claro —añado y se me encienden las mejillas.

—Cuando era pequeño, vivía en Arcalle. Tenía muchas ganas de tener un balón de fútbol y mis padres salieron a comprar. Como en ese entonces no había mucho dinero, no me compraron nada, pero mi tía que lo sabía, ahorró durante unos meses y por mi cumpleaños, me lo regaló —finaliza con una sonrisa—. Ahora tú, cuéntame algo... de ti.

—Pues, cuando yo era pequeña, mis padres adoptivos y mi hermano salieron a hacer la compra y yo me quedé sola en casa. Invité a mi mejor amiga y teníamos sed, pero no alcanzábamos a por el agua, entonces cogimos lo primero que había. Cuando mis padres y mi hermano llegaron, vieron la botella de ron vacía y a nosotras saltando en la cama —me callo al ver que me mira fijamente con una sonrisa.

Pero cuando giro la cabeza, le cambia la expresión totalmente. Lágrimas caen de mis ojos y él al instante se preocupa.

—Lo siento, yo no quer...

—No pasa nada, solo que ya no están y los echo de menos —le interrumpo y lágrimas caen por mis mejillas.

Él se acerca más a mí y me limpia las lágrimas con sus manos. Nos miramos a los ojos fijamente y él vuelve a limpiar una lágrima que cae por mi mejilla.

Pero de repente todo cambia. Siento cómo el corazón me late acelerado y mis lágrimas no cesan. Poco a poco, él se acerca más a mí y yo hago lo mismo. Nuestras caras están a solo unos centímetros. Él sigue secando mis lágrimas con sus pulgares y yo sigo mirándolo a los ojos.

—¿Chicos? —dice una chica detrás mío.

Brian y yo nos separamos al instante y me seco las lágrimas que me quedan. Es Mindy.

—Insomnio —respondo antes de que diga cualquier tontería.

—Joder, ¿qué acaba de pasar? —me digo a mí misma.

—Es su cumpleaños —dice Brian al ver mi expresión.

—En serio, felicidades —dice mientras me da un abrazo.

—Gracias —hago una pausa y al mirar el reloj me sorprendo, las 2 de la mañana—. Me voy ya a la cama. Vamos, Mindy —sigo, mientras froto mis manos.

Ella asiente y se queda mirando el colgante.

—Me lo ha regalado Brian, el colgante —suelto sin pensar y otra vez la jodo.

—Ahora es Brian, ya no es Davin —replica ella.

—Vale ya, Mindy —le digo mientras mi codo accidentalmente le da en la costilla.

—¡Vale! —exclama ella.

Llegamos a la puerta de mi habitación y nos despedimos.

Cuando ya tengo el pijama puesto, me acuesto en la cama y Neró aparece, apoyándose en el respaldo de la cama.

El Bosque De Los Recuerdos [Terminada ✔️]Where stories live. Discover now