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Hay un momento en nuestras vidas en la que todos nos sentimos agobiados, sin ánimos de continuar, cansados y hartos de todo.

Un momento en el que solo deseamos encontrar aquella paz que nos de aquel descanso anhelado, descanso mental y físico, algo que nos motive a continuar, porque sentimos que todo perdió sentido, que todo lo que antes nos gustaba ahora solo nos causa incomodidad y fastidio, sentimos que aquello que antes le daba sentido a nuestra vida ahora solo es una carga más, un bulto pesado sobre nuestros hombros.

Así era como se sentía Min Yoongi, el joven pelinegro de blanca piel llevaba días, incluso semanas sin poder concentrarse, el trabajo acumulado lo tenía al límite, y la constante presión de su jefe por recibir un trabajo pulcro, digno de él lo hacían aún más insufrible.

Quería encontrar paz, algo que lo ayude a librarse de aquella pesada maleta emocional.

— Que estoy haciendo — frotó su rostro con brusquedad utilizando ambas manos. — Nesecito salir de aquí antes de que me vuelva loco.

Arrugó las blancas hojas que minutos antes sostenía, haciéndolas un ovillo, luego las lanzó al cesto de basura que se encontraba a unos metros de él logrando encestar a la primera.

— Tomaré unas vacaciones. —
Dijo decidido, no le importó el echo de que su jefe halla puesto énfasis en que debía entregar su informe mensual ese mismo día, el debía salir de ahí aunque eso implique un despido seguro, ya nada le importaba.

— ¿Ya no quiero seguir haciendo esto?— pensó — en realidad, nunca lo quise, pero las circunstancias se dieron, ahora se que esto no es lo que me apasiona, nesecito encontrar aquello que me haga sentir vivo.

Sin esperar más salio de ese lugar, aquel que lo había visto sentirse vacío por años, aquel que solo le causaba soledad.

Una hoja blanca tatuada con una sola palabra quedó sobre aquel abandonado escritorio, una palabra que por muchos tiempo se había negado a pronunciar, pero que ahora sería el fin y el principio para encontrar aquello que tanto anhelaba.

"renuncio"

— Debí hacer esto hace mucho, — habló  mientras conducía de camino a su casa, eso no era raro, siempre que algo lo agobiaba solía tener largas y profundas platicas consigo mismo.

— Bien Min Yoongi — dió un largo suspiro mirando por el espejo retrovisor cuando la luz del semáforo se puso en rojo.

—¿ Crees que hicimos lo correcto? — empezaba a dudar sobre si había tomado una buena desicion o si en realidad había sido un arrebato apresurado.

— Claro que sí,— respondió manteniendo su propia conversación.— solo nesecito un poco de tiempo para encontrarme a mi mismo. — hizo un leve asentimiento de cabeza mientras tamborileaba sus dedos sobre el volante .

Giró su cabeza al sentirse observado y efectivamente, una mujer lo miraba con aquella expresión típica cuando se ve a un loco en la calle, pero no le importó, hace mucho que dejó de importarle lo que la gente piense de el, hace mucho que no le toma atención a las expresiones ajenas.

— Que hay de malo en hablar solo, —pensó,— muchos lo hacen y es más, las conversaciones se vuelven más interesantes cuando entras en debate contigo mismo.

Simplemente la ignoró...

El auto volvió a dar marcha al cambio de luz y se dirigió a su casa, al llegar una pila de mensajes lo bombardearon sin piedad, claro, era obvio, su jefe ya había entrado a su antigua oficina y descubierto aquel papel

— Ahora no — mascullo lanzando su celular al pequeño sofá de la salita de estar y se dirigió a su habitación.

Podía imaginar su rostro rojo de ira, su quijada marcada por la fuerza ejercida al apretarla y sus mejillas hundidas, haciéndolo lucir muy intimidante, sonrío irónico, triunfante, un poco incrédulo,no terminaba aún de aceptar que por fin se hubiera atrevido.

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