«★꧁༒𝕊𝕒𝕟𝕘𝕣𝕖 𝕔𝕠𝕝𝕠𝕣 𝕔𝕖𝕣𝕖𝕫𝕒༒꧂★»

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Sir Pentius había salido volando debido a una fuerte explosión de uno de sus inventos; la onda expansiva lo había hecho estrellarse contra una ventana de un edificio particular, uno de los edificios pertenecientes a uno de los Overlords más temidos y antiguos, Zestial.

Pentius se levantó a duras penas tambaleándose y sintiendo los golpes. Estaba en su dirigible haciendo un nuevo invento para poder impresionar a Vox; le urgía llamar la atención de cualquiera de los 3 V; quería tener poder, algo de valor que ofrecer, demostrar... ¡que era capaz! Y... este no era el mejor ejemplo...

Apenas pudo ponerse en pie mientras tosía y se quejaba de sus heridas, y la situación empeoró cuando la puerta a sus espaldas se abrió y notó la presencia del dueño de aquel edificio.

Pentius chilló nervioso y empezó a notar con más claridad el entorno a su alrededor: el color gris, los muebles elegantes, la temática de araña y los toques victorianos junto a varios floreros que tenían flores de cerezo puestas perfectamente en su sitio, a excepción de uno de esos floreros que Sir Pentius había roto al entrar por la ventana.

Zestial observó la escena perplejo. En medio de su sala de estar (una de tantas) se encontraba uno de los pecadores más infames por ser la burla de todos, lastimado, temblando de miedo por su presencia, y cubierto de heridas y flores de cerezo que resaltaban lo vulnerable de la escena y... lo lindo también...

El Overlord sintió un escalofrío recorrer su columna, un escalofrío que se sintió como excitación, pero no necesariamente de manera sexual, sino como cuando a uno le emocionaba algo sobremanera, como si despertara algo en él. Era una imagen que combinaba elementos que amaba a la par, el dolor y el miedo combinado con una imagen casi romántica con las bellas flores manchadas de sangre.

"No temas, permíteme", dijo el demonio araña ofreciéndole su mano, que más que mano parecían ser un manojo de garras.

Sir Pentius vaciló un poco mientras tomaba la mano contraria siendo tirado hacia arriba para poder levantarse.

"Pentius, ¿cierto?, por favor, te invito a quedarte al menos para limpiar tus heridas, debió ser... una caída aparatosa", le consoló el más poderoso mientras le quitaba una flor de cerezo que se había pegado a una de las heridas.

"No se preocupe, estaré bien, he tenido heridas peores", seseó el demonio serpiente intentando tomar una postura firme aunque le dolía todo y tenía ganas de maldecir a sus muertos.

"Insisto", respondió autoritario pero manteniendo sus modales.

Sir Pentius quedó un poco confundido; un Overlord le estaba dando atención, ¿lo consideraba... un igual? Esta... esta era su oportunidad de ganar y demostrar su valía.

"O-oh, bueno... sí usted tiene un botiquín sería de ayuda", dijo el demonio serpiente intentando aún fingir una postura fuerte pero aceptando la situación.

"Sí, por favor, pasa, pasa".

"Yo... em... lamento lo de la ventana...", se disculpó Sir Pentius al ver que Zestial lo tomaba del hombro y lo guiaba fuera de la habitación.

"No te preocupes, de todos modos esta habitación no me gustaba tanto".

Una vez que Zestial sentó al pecador en un sofá de otra habitación y lo dejó con el botiquín un momento, ahora se encontraban en lo que parecía ser un espacio de lectura, con un gran sofá, un gran estante y una mesita, todo con ese ambiente victoriano, el olor a alfombra y lo que destacaba... un florero en el fondo con un gran cerezo bien cuidado.

"Iré por algo de té y algunos bocadillos, espérame aquí, ¿sí?" Le dijo el Overlord con una suave sonrisa.

"Bueno, me parece bien", respondió Sir Pentius entre miedo y con un tono presumido; una parte de él temía por su vida y la otra... disfrutaba por completo de la idea de tener la atención de un overlord.

Zestial salió del cuarto y se trasladó a aquel cuarto destrozado. Levantó una de sus manos y en el cuarto empezaron a aparecer telarañas que fueron arreglando el desorden pegando las cosas en su lugar; no lo reparaba del todo pero si lo dejaba ordenado.

Se agachó y recogió los restos de sus flores entintadas con la sangre. Era una imagen tan sádica y bella, rascaba dos partes tan opuestas de él: su necesidad de que le temieran y al mismo tiempo... que lo amaran.

La flor de cerezo, símbolo de amor efímero pero presente, manchada de sangre, como si la entintara y le diera una nueva imagen, un nuevo significado, mantenía esa hermosa y fragilidad de amor... pero... el líquido oscuro lo hacía ver como un pacto de sangre, un pacto de amor y sangre...

Soltó una pequeña risa y, con una sonrisa, acarició los pétalos con cuidado mientras acercaba la flor a sus labios depositando un pequeño beso. ¿Qué podía esperar? En los 1800 las cosas románticas eran así, cursis pero violentas...

❤꧁ღ⊱♥ El capricho de un overlord ♥⊱ღ꧂❤ Zestial x Sir Pentius Where stories live. Discover now