1. Abuela

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— Y entonces, mi abuela...

Ah, genial, la historia de la abuela otra vez. Kaveh rodó los ojos con aburrimiento, levantándose de la mesa para buscar los tapones de oídos más cercanos.

Caminó con tranquilidad mientras trataba de ignorar el tono de voz de su vecino de al lado. Era, ¿qué? ¿la sexta vez este mes que oía esa historia?

Ni siquiera porque se la contara directamente a él. Sucede que, por lo que había notado, su nuevo vecino era aficionado a llevarse a chicas a la cama después de conmoverlas con su famoso relato de su abuela y lo complicado que era seguir adelante siendo huérfano.

Según Kaveh, era algo bastante bizarro. No podía ponerse en el lugar de alguna de ellas, tomarlo con seriedad y después lanzársele encima porque le parecía repentinamente irresistible.

Lo cierto es que en el mes que llevaba viviendo en ese edificio, había visto desfilar por el corredor de la vergüenza a una decena de chicas que parecían sacadas de una revista; pero nunca a su vecino.

No sabía qué tenía de especial y cómo es que hacía para traer a chicas tan hermosas a cosas de una sola noche y no volver a verlas jamás. Supuso que era algo de heterosexuales, así que se encogió de hombros y llamó a su mejor amiga.

— Adivino — interrumpió Dehya apenas atendió la llamada —, el casanova ya está en lo suyo.

— Por supuesto — Kaveh bufó una risa y se colocó los audífonos, asegurándose de que la voz de su amiga fuera quince veces más fuerte que el ruido en el departamento de junto —. Ya se había tardado. Es más, si no empezaba a hablar de su pobre abuelita iba a llamar a la policía.

— Seguro — Dehya desestimó y el rubio ya podía verla rodar los ojos —, llamarías a la policía. Para nada te le aparecerías a la puerta y te prestarías para escucharlo, ¿no?

Kaveh chasqueó la lengua de forma ruidosa en desaprobación mientras se ataba el cabello en un a coleta baja desordenada en camino a buscar el resto de su comida.

— Por supuesto que no, Dehya. Ni siquiera lo he visto, no lo conozco. No me acuesto con tipos que no conozco.

— Ajá...

— Mira, cállate — reprendió y mordió agresivamente su sándwich —. Además, puede que sea feo. Yo no me acuesto con feos.

— Ajá — Dehya respondió sin interés, pero después algo en su cabeza hizo click —. Oye, pero dudo mucho que sea feo. ¿No dices que tiene ahí la pasarela de Miss Teyvat?

El rubio ladeó la cabeza y subió el volumen con fastidio al colarse un ruido no deseado en sus audífonos.

— Pues sí — masticó su ensalada lentamente —, pero no me consta. Luego, ¿cuántas mujeres bonitas están con hombres que parecen empleados de circo? No es una prueba válida.

— No, bueno — Dehya comentó con tragedia —. De todas formas, ¿qué harás si resulta que no es feo, eh?

— ¿Pues qué voy a hacer? — Kaveh largó una carcajada —. Nada. En primera, no es gay y yo sí. En segunda, que sea guapo no es una razón para acostarse con alguien; y en tercera, la historia de su abuela ya me da algo de pena ajena. No me imagino oírla completa, la verdad. La mayoría de las llega a la mitad y me dejan con la duda.

— Alguien no ha oído de las personas bisexuales — la chica pareció lavarse los dientes y Kaveh negó aunque no pudiera verlo —. Y tampoco ha oído el resto de la historia, así que se muere por descubrirlo.

— No quita mis otros dos puntos — señaló —, creo que son válidos.

Dehya soltó una carcajada alegre y cerró la llave del agua después de enjuagarse la boca, irritando a su amigo.

Casanova | Haikavehحيث تعيش القصص. اكتشف الآن