Parte Única

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Nadie sabía de dónde salió la gata.

Un día simplemente estaba ahí. Una bolita naranja de ojos dorados en el patio de la finca.

Senjuro la encontró primero. Estaba barriendo las hojas secas y la llevó adentro, tratando de que su padre no se diera cuenta de que la gatita había sido contrabandeada al interior de la casa.

Shinjuro Rengoku no era amable con sus hijos, menos lo sería con una pequeña bola de pelo naranja.

Senjuro y Kyojuro la llamaron Enki. Su cabello naranja y ojos dorados la hacían parecer una pequeña bolita de fuego, y era bastante mimosa y exigente. Toda una pequeña princesa de fuego.

Decidieron que la ocultarían todo el tiempo que pudieran de su padre. Enki podía ir y venir desde el cuarto de Kyojuro hacia el patio trasero y salir a la calle, o quedarse en la soledad y el silencio de la habitación de Senjuro. Su padre no notaría que estaba ahí.

Pronto se dieron cuenta de que Enki hacía lo que le diera la gana cuando le daba la gana.

Senjuro se horrorizó al entrar a la casa después de barrer las hojas secas y encontrar a su padre sentado en el engawa, tratando de atraer a Enki con un viejo trozo de cuerda.

Enki no parecía muy interesada. Hasta que Shinjuro lanzó el trozo de cuerda y Enki se lanzó hacia él como un tigre, atrapándolo en el aire.

Senjuro no se atrevió a decir nada, la gata estaba bien, su padre estaba bien. Todo estaba bien.

Enki creció, pasó de ser una pequeña bolita naranja a ser un gran gato esponjoso y naranja que se tendía felizmente al sol en el engawa mientras Shinjuro bebía sorbos de sake.

La presencia de Enki había vuelto más calmado al padre de la familia Rengoku, ahora no bebía tan seguido y cada vez que sentía que iba a ponerse furioso o triste, Enki parecía presentirlo. Iba y se sentaba en su regazo y maullaba fuertemente hasta que Shinjuro suspiraba largamente.

"Está bien, gata obesa, ven acá." Y comenzaba a pasar la mano por su largo pelaje, haciendo que Enki ronroneara satisfecha.

Enki dormía donde quería, comía cuando quería y hacía lo que quería. Por fortuna no se alejaba del patio, y no había muchos otros gatos en la zona que desafiaran su dominio del patio de la casa, donde se recostaba a sus anchas tomando sol y revolcándose en el pasto.

La tragedia ocurrió y Kyojuro se enfrentó a una Luna Superior y casi muere. Senjuro era un mar de lágrimas, Shinjuro estaba más callado que nunca, y esto ponía muy nerviosa a Enki, que intentaba todo para animar a los humanos y se preguntaba por qué su otro humano no volvía.

Pasaron meses antes de que Enki volviera a ver al otro humano, para entonces estaba furiosa de que hubiera vuelto tan tarde, pero parecía no estar bien. Caminaba con dificultad, tenía una venda en la mitad de la cara y no podía comer muchas cosas.

Enki se volvió su enfermera. Se recostaba sobre él y ronroneaba por horas, amasaba sus piernas mientras dormía, se aseguraba de que hubiera comido toda su comida y si no lo hacía, iba a llorarle a Senjuro hasta que él venía a regañarlo.

Con grandes esfuerzos, Senjuro y Enki lograron restaurar la salud del otro humano.

Kyojuro Rengoku se recuperó casi totalmente. Enki creía que el ojo nublado le daba algo de carácter. A veces los humanos necesitaban tener carácter.

Kyojuro despertó una noche por un ruido que no había escuchado antes. Era un maullido profundo y furioso.

¿Enki estaba en peligro? ¿Algún otro gato la estaba molestando?

Enki, la gata de fuegoWhere stories live. Discover now