Capítulo 31

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31. La calma antes de la tempestad.

Tayden

Unos meses después, cuando los bebés ya eran lo suficientemente grandes como para sentarse sin ayuda, me enteré que Hughes regresó.

¿Recuerdan la casa que mi padre había construido para mi mamá y para mí? Pues se la regalé a Hughes, para que si en algún futuro él quiere empezar a hacer su vida pueda hacerlo cómodamente.

Me enteré de que volvió porque en la noche vi la luz de las velas reflejándose en las ventanas.

Así que a la mañana siguiente, el abuelo, yo y Caelum hemos venido a verlo, ya que él no lo ha hecho, también nos acompañan Alioth y Elliott, que este último está en brazos de Caelum, y a Alioth lo llevo yo.

Al llegar tocamos la puerta varias veces y nadie abre, por lo que decidimos entrar, las pocas pertenencias que se llevó están junto a la puerta y no se oye absolutamente nada.

Subimos al segundo piso, tampoco se escuchaba nada, pero la última puerta del pasillo estaba entreabierta así que nos acercamos, a media que lo hacíamos logramos escuchar algo bastante curioso, un bebé que balbuceaba.

—¿Eso es lo que yo creo que es?

Miré a Caelum y tenía el ceño fruncido, mientras que mis hijos miraban a todos lados en busca de la fuente de aquel sonido. Un momento después aquel bebé empezó a llorar y Priamos nos hizo a un lado y fue a la habitación, y nosotros tras él.

La situación era esta, de un lado de la habitación está Hughes, en un sofá dormido, con aspecto cansado y ojeroso, con la cabeza colgando y muy probablemente si se mueve mucho se puede caer. Del otro lado, en la cama, hay una niña pequeña, que no debe ser muy mayor que mis hijos y no deja de llorar.

Caelum deja a Elliott junto a la bebé llorona y se acerca a Hughes para despertarlo, mientras que yo dejo a Alioth junto a los otros bebés. Hughes se levanta de golpe, luego de todos los intentos de Caelum y nos mira a todos.

—Oh... Hola —dice aún cansado.

—¿Quieres explicarnos esto? —Caelum señala a la cama, Hughes suelta un suspiro y se acerca a cargar a la niña.

—Lleva llorando toda la noche, y casi todo el viaje de regreso, no sé que le pasa y no he podido dormir, no tiene hambre y no es su pañal —nos cuenta, mientras mece a la bebé de un lado a otro.

—¿Le sacaste los gases? —Pregunta Priamos.

—¿Qué? —Hughes lo mira confundo, Priamos rueda los ojos como si pidiera paciencia y se acerca a cargar a la niña.

—Novato, mira y aprende —Priamos tomó a la bebé y empezó a darle palmaditas en la parte baja de la espalda, al cabo de unos segundos, la niña eructó y se calmó inmediatamente —. ¿Ves? Fácil.

Priamos le devolvió la niña que nos miraba a todos y Hughes fue a dejarla de nuevo en la cama, pero frunció el ceño al ver a mis hijos.

—Por Bylur, ya estoy viendo doble.

—No ves doble, son mis hijos —respondí entre risas y a él se le llenó la cara de emoción, dejó a la bebé y se sentó entre ellos.

—¡Tengo dos sobrinos! Pero que lindos son, son idénticos a Emersyn, ¡Pero que bellezas! —sonrió jugando con ellos, mientras mis hijos se reían.

—Lamento interrumpirte Hughes, pero necesito información acerca de la tarea que te asigné —pidió Priamos con seriedad, Hughes dejó a los niños en la cama y se levantó.

Los pasadizos del castillo [COMPLETADA]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ