𝗍𝗁𝖾 𝗄𝗂𝗇𝗀 ✧ 𝗌𝗎𝗇𝗀𝗃𝖺𝗄𝖾

𖥻 𝐀 𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭 ݈݇-

POV'S NARRADORA

El bosque "Iris" era un lugar perfecto para practicar con el arco. Era tranquilo y solitario, sin ninguna otra persona a tu alrededor, solo tú y el susurro del viento entre los árboles.

Jongseong alzó el arco y apuntó al blanco con precisión. Con un movimiento fluido, soltó la flecha, la cual parecía deslizarse en cámara lenta hasta impactar justo en el centro del blanco.

Jongseong sonrió ligeramente y guardó todas sus cosas. Caminó por los senderos verdes de regreso al pueblo. Al llegar, se acercó a uno de los puestos y saludó al vendedor.

─Hola, señor Syn ─dijo el joven con una sonrisa amable─. ¿Me da 5 manzanas?

─Oh, Jay, un gusto tenerte de vuelta ─respondió el señor con amabilidad, colocando las manzanas en una bolsa-. Aquí tienes, hijo.

Jongseong sonrió y tomó la bolsa. Al hacerlo, tuvo una leve conexión con el vendedor y una visión apareció en su mente. Vio al señor feliz por haber logrado vender toda su mercadería ese día.

─Que tenga un buen día ─dijo Jay mientras se alejaba sonriendo.

Caminó tranquilamente por el pueblo, siendo una vista habitual para todos, ya que era común ver al hijo de la Reina Winter paseando por los alrededores del mercado. Llegó a un pequeño rincón y se sentó en el suelo, sacó las manzanas y un tazón que había traído del Palacio. Luego las lavó con un poco de agua que había comprado en el camino y las secó con una tela. Con su navaja, comenzó a cortarlas en cuartos y las colocó en el tazón. Después, dejó el tazón junto con un poco de agua y esperó.

Pasados unos minutos, vio cómo dos figuras pequeñas se acercaban. Una niña con dos trenzas y un vestido desgastado, junto a un niño con una gorra y un overol, venían tomados de la mano hacia él.

─¡Gigi! ─exclamó la niña lanzándose a abrazarlo.

─Minji, ¿cómo has estado? ─preguntó Jay mientras la abrazaba.

─¡Bien! ─respondió ella, escondiéndose en el cuello del Alfa.

─Woozi, ¿todo bien? ─preguntó al ver al pequeño parado ahí sin hacer nada.

─Yo... ─el pequeño Woozi era muy tímido, siempre era lo mismo cuando se encontraban.

─Ven aquí, cachorro ─dijo Jay, abriendo sus brazos para que se uniera al abrazo. Woozi corrió hacia él y se unió, escondiéndose en su cuello.

Jay abrazó con fuerza a los niños, queriéndolos como si fueran suyos. Por eso, cada día les traía algo de comida, a veces salía solo por temor a que los pequeños no comieran en todo el día.

Después de un rato, los niños terminaron de comer y se quedaron hablando un poco más con Jay antes de despedirse y partir. Siempre le preocupaba dónde dormían o quién los cuidaba, ya que nunca le habían dicho con quién vivían.

Se levantó del suelo, guardó todo y comenzó su camino de regreso al Palacio. En el camino, vio que todos ya estaban descansando, pues era de noche. Al llegar al Palacio, fue al comedor con su madre.

─¡Hijo! Toma asiento, estamos a punto de comer ─dijo Winter con cariño.

Jay sonrió y se sentó, y ambos empezaron a comer a gusto. Al terminar, Winter le dio un beso volador sin tocarlo, como solía hacer. Jay sonrió ante el gesto familiar de su madre y luego se levantó para retirarse a su habitación.

El camino hacia su dormitorio estaba tranquilo, solo se escuchaban los suaves murmullos del palacio a medida que la noche avanzaba. Jay pensaba en los niños del pueblo, preguntándose si estaban bien y si habían encontrado un lugar seguro para pasar la noche. Aunque había tratado de averiguar más sobre su situación, los pequeños siempre eran evasivos con ese tema, y él no quería presionarlos demasiado.

Al llegar a su habitación, Jay se desvistió y se acomodó en la cama, con la mente aún preocupada por los niños. Suspiró y decidió que al día siguiente intentaría acercarse un poco más a ellos, para asegurarse de que estuvieran bien cuidados. Con esos pensamientos en mente, se dejó llevar por el sueño y se sumergió en un profundo descanso.