La dama del lago

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Vicente Jiménez era lo que se podía decir un experto explorador, le gustaba aprovechar la conquista de nuevos territorios para salir a explorar esos nuevos lugares y atribuirse su descubrimiento, adentrarse en bosques y escalar montañas era su especialidad, lo disfrutaba más que ninguna cosa. Los conquistadores eran para él, sus héroes y había dedicado toda su niñez a adorarlos como si fuesen dioses, quería ser como ellos y recibir todo el reconocimiento que ser un conquistador ameritaba. Después de terminar sus estudios, se tomó un tiempo para invertir su dinero en saciar su actividad favorita, se trasladó junto a los conquistadores hasta los terrenos más recónditos del nuevo mundo. La belleza de la naturaleza lo tenía cautivado. Con los bolsillos llenos de monedas de oro contrató a un grupo de tres lugareños para que lo llevaran a la profundidad de la selva, quería ser el primero en ver todo lo que tenía escondido.

-Debería tener más respeto por este lugar, podría enojar a la dama del lago- le recomendó uno de sus acompañantes mientras, Vicente pisaba descuidadamente una de las flores que crecían en el camino, él no les dio importancia a sus advertencias, después de todo no era más que vegetación sin importancia. La selva era profunda llena de fauna que Vicente nunca había visto, aunque él era comida para mosquito su curiosidad se saciaba con todo lo que veía.

Antes de la caída del sol habían llegado hasta el asentamiento más cercano donde aprovechó de darse un baño y reponer las provisiones que había usado para llegar hasta allí, su meta era conquistar la selva, llenar su cuaderno de descubrimientos para convertirse en un explorador reconocido al volver a casa, sus anotaciones eran el objeto más preciado que tenía consigo, y a pesar de rebosar sus bolsillos con monedas de oro, arrojó una sola a sus acompañantes para que consiguieran un lugar para pasar la noche, después de todo aun les quedaba mucho camino que recorrer.

El calor de la selva en la noche se había disipado, el frio se hacía presente atravesando las paredes de madera de la posada que le daba acogida a Vicente en su viaje, la humedad había dado paso a un viento frio que helaba los huesos, después de dar una última ojeada a la ruta de su viaje cerró su cuaderno y salió en busca de un poco de alcohol para calentar su cuerpo. Las miradas inquisitivas de los lugareños sobre los extranjeros como él le daban una mala sensación. Pero verse rodeado de muchos como él lo calmaban, ellos tenían que agradecer su presencia allí, habían llevado el progreso hasta sus tierras y lo mínimo que podían hacer era tratarlos con calidez.

Tras buscar por unos minutos encontró una taberna improvisada, llena de hombres con una clara afición por la bebida, allí en una de las mesas estaba un conquistador, su porte engrandecido, sus botas cubiertas de lodo y su espada llena de sangre seca indicaban que había vuelto de una de sus aventuras, animado por la presencia de uno de sus héroes Vicente se acercó dispuesto a compartir unas copas con él a cambio de información de la selva que le pudiese servir en su propia aventura.

-Buenas noches- antes de poder continuar la risa fuerte de su acompañante se escuchó por todo el lugar, al ver a Vicente se limpio con fuerza el bigote lleno de restos de comida y le extendió una silla para que se sentara a su lado.

-Otro compatriota que vino a conocer el nuevo mundo, y llenarse los bolsillos con sus riquezas, ven acompáñame, estoy feliz y quiero celebrar – La voz del conquistador resonaba por todo el lugar, sus movimientos amplios con sus manos incomodaban a los lugareños que se mantenían en silencio viéndolo con miradas molestas. Vicente ignoró el sentimiento colectivo y se sentó junto a su héroe, un vaso del mejor alcohol del lugar fue puesto frente a su rostro y sin dudarlo lo tomó y le dio un gran sorbo que calentó todo su cuerpo.

Varias horas pasaron entre los cuentos del conquistador, Vicente parecía un niño pequeño saciando su curiosidad al escuchar todas las aventuras que su héroe había vivido, quería mostrarle sus propios descubrimientos, quería que aquel hombre lo reconociera como un igual.

La dama del lagoWhere stories live. Discover now