𝗛𝗼𝗻𝗼𝗿.

53 5 0
                                    

"Mi piedad, prevalece sobre mi ira".

Sonreí de forma leve mientras secaba mis incesantes lágrimas.

Hace un par de minutos había obligado a callar mis sollozos, aún así, mis lágrimas no paraban de salir.

Aprovechaba cada pequeño minutos al lado de Carl, aprovecharía lo que no pude tener con él mientras estuve en el Santuario. Tiempo de hermanos.

Nunca me había imaginado que llegaría este momento, siempre pensé que llegaríamos a viejos juntos y que él sería el que me vería morir a mi, no yo a él. No es linda está sensación. Vi morir a mis dos hermanos mayores, pensé que la siguiente sería yo, pero no, ahora me toca ver morir a mi hermano menor.

No es para nada lindo.

Lo único que estaba pasando por mi cabeza en este momento eran las mil y un formas en las que yo acabaría con mi vida sin que él se de cuenta, sin que yo lo vea morir, sería como... morir ambos, el mismo día. Pero no podía, no podía ser egoísta, sería mucho más sufrimiento para papá, sería mucho más sufrimiento para Judith, aún que ella no se de por enterada de todo, algún momento cuando crezca lo tendrá que saber. Sería mucho más sufrimiento para Michonne. Daryl estaría mal, porque no solo acabo con mi vida, también acabo con la vida de nuestro hijo.

Mis ojos observaban con detenimiento cada rincón de su piel expuesta, blanca y brillante por el sudor que provocaba la fiebre. Sus labios resecos y su mentón tembloroso. Ese brillo especial de esos hermosos ojos azules parecidos a un mar... ese brillo ya no estaba más. Ahora solo quedaba un color gris opaco, signo de que su vida estaba próxima a terminar.

—Papá.. —Murmuró Carl con su voz llena de cansancio— No sabía si volverías a tiempo.. pero aquí estas.. —Murmuró y con sus mano temblorosa de su bolsillo saco varios papeles— Quería asegurarme de poder despedirme.

—No. —Rick no tardó en negar de forma rápida— Son ellos. Son ellos, no, no fue...-...

—Me mordieron. —Lo detuvo Carl enseguida— Estaba trayendo a alguien. Se llama Siddiq, lo vimos en aquella gasolinera. No fueron los salvadores, solo ocurrió. —Por unos segundos sus ojos se conectaron con los míos, mientras él hablaba yo solo negaba, una y otra vez, sin poder creerlo— Me mordieron.

Un par de lágrimas cayeron de mis ojos, mientras que el nudo en mi garganta era cada vez más doloroso.

—Hay que... —Hice una pausa abrupta al escuchar mi voz rota— Hay que poner aquí... —Dije apuntando la camilla que se encontraba en el lugar— Vas a estar más cómodo.. será mejor.

Papá asintió a duras penas, sus ojos llenos en lágrimas me miraban con atención, el brillo de sus ojos también se habían ido, ahora solo... eran un par de ojos destruidos. Totalmente destruidos.

[ . . . ]

—¿Mejor? —Preguntó Michonne sonriéndole de forma leve a Carl—.

—Si. —Asintió Carl con una sonrisa en sus labios— Gracias.

—Tengo... tengo esto. —No tarde en girarme al escuchar aquella voz desconocida, mi ceño se frunció y tomé una posición sobre protectora al ver aquel hombre de color, quien nos miraba con temor a todos aquí— Son antiinflamatorios, esteroides sin receta médica. Le ayudará a bajar la fiebre. A mis padres le ayudaron por un tiempo. Tómalos, por favor.

—¿Eres médico? —Preguntó Rick mirando con atención al hombre—.

—Era médico residente. —Asintió de forma leve ante la pregunta de Rick—.

𝖠𝖥𝖳𝖤𝖱: 𝖾𝗇 𝗆𝗂𝗅 𝗉𝖾𝖽𝖺𝗓𝗈𝗌. Where stories live. Discover now