amelia

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sabes cuando recién despiertas y te quedas mirando a la nada por mucho tiempo, haces las cosas lento como si el tiempo no existiera, bueno, así estaba yo, mirando mi reloj mientras pasaban los minutos, ya eran las 7:43, y aún no me levantaba de mi cama, pero despabile cuando mi tía gritó preguntándome desde la cocina si ya estaba lista, ahí fue cuando entre en razón y me duché, vestí y maquillé, en tiempo récord.

el grito de mi hermano llamándome no alcanzó salir de su boca, ya me había subido al auto con una taza de yogurt con cereal

— ¿y si arrancas? Vamos a llegar tarde por tu culpa—le sonrió colocando me el cinturón de seguridad

— No entiendo como le haces— el motor de la vieja camioneta de tía Emma rugió al encenderse — te acabas de despertar hace cinco minutos

— el poder de una mujer apurada, nunca lo subestimes

— Estas tan nerviosa por tu primer día que te quedaste dormida—le sonrío, mientras poso mi pie en el asiento del auto para abrochar mis zapatos—que sea la ultima vez por favor Lia, si no quiero que me despidan debo llegar a tiempo para tu información

— Ya entendí, tampoco es para tanto... será la primera y ultima vez, lo prometo— al cumplir los 20 Johnny le ha estado ayudando a mi tía para conseguir dinero para conservar la casa de mis padres, dejó sus estudios para estar mas cómodo y no gastar tanto dinero en la universidad — además no podrían despedir a alguien tan guapo como tu, hermanito, ¿Cuánto apostamos, que las ventas aumentarán por ti?

— No intentes hacerte la linda conmigo sabes que no funciona — dice mientras trata de ocultar su sonrisa— cuando llegues te vas a perder por no haber visto tu colegio antes.

— Me estas echando mal de ojo, anuló cualquier maldición—le rocío agua ficticia con mis dedos a mi hermano y a mi

— Loca, apenas llegue a tu colegio te voy a dar cinco segundos para que te bajes del auto o te vas conmigo al trabajo— le saco la lengua como respuesta, y tal como dijo salgo casi de un salto del auto y arranca como si estuviese en rápidos y furiosos, le queda como anillo al dedo.

Al llegar en recepción se encontraba una señora bajita escribiendo cosas en una computadora empolvada, a simple vista se notaba que no estaba de humor, sus labios color fucsia brillante se arrugaban igual que su frente, esta le daba pequeños golpes a la computadora vieja que tenía  en frente, lentamente y sin hacer ruido intente pasar desapercibida para cruzar la puerta sin que lo notara.

— ¡señorita!-volteé encontrando los ojos de la inspectora mirándome con irritación pura, la sombra turquesa de sus ojos y el delineado mal hecho hacía que las arrugas notaran mas, daba la apariencia de tener unos 70 y tantos años, pero sin el maquillaje exagerado seguro tendría unos 50. —¿Cómo es posible que haya llegado tan tarde? 34 minutos para ser exactos, Causa muy mala impresión señorita... debe ser la señorita Williams si no me equivoco, el director me avisó que vendría, no es difícil distinguirla con ese cabello

— ¿disculpe? — casi no pude ocultar mi expresión de sorpresa, si sigue así no creo poder contener mi bocota.

— Ay niña lo digo por el color, no todos los dias vienen chicas con mechas azules... o acaso ¿usted no es Amelia Williams?

— Si lo soy y será la última vez que llegue tarde señora

— Eso espero la verdad— hizo una pausa escaneando me por completo — Bueno vaya a clases, cada minuto que pase aquí es menos conocimiento que debería aprender

— Toda la razón, quien quisiera acabar siendo una secretaria, ¿se imagina?

Antes que pudiese responderme algo camine hacia la puerta que debería dar al patio principal, Johnny tenía razón tuve que llegar mucho más temprano para ver el colegio, este lugar es inmenso, como es posible que a esa señora le tengan un computador de los años 90, me voltee para mirarla y ella se dirigía a un chico que también llegaba tarde, temí por lo que le diría al chico, pero los dos sonreían gustosamente, no escuche lo que hablaban pero al final ella le dio un abrazo largo y lo dejó ir, el chico se arreglaba su ropa y cabello mientras caminaba con una sonrisa que a kilómetros se podría identificar de alguien petulante y engreído

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