Prologo

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La luna llena se encuentra en su punto mas alto alumbrando esta fría y sombría noche, el fuerte viento helado no se hace esperar ni un segundo mandando un electrizante escalofrío por todo mi cuerpo.

Camino por las oscuras y desiertas calles jugando con la espada procurando no lastimarme con ella, cosa que es imposible, soy un experto usándola, pero uno nunca sabe.

Me detengo a la mitad de la calle, en el momento en que el chirrido de unas llantas hace eco en la soledad del lugar. El tipo que maneja alcanza a frenar quedando a tan solo unos centímetros de mi cuerpo. Transcurren un par de segundos hasta que el conductor decide salir.

—¡¿Qué te pasa imbécil? —grita, lleno de rabia —¿Acaso quieres morir?

Se detiene enfrente de mi sujetando su cuello.

—¿Morir yo?

—Eso es lo que parece que pretendes al detenerte de esa manera.

—El que va a morir aquí no soy yo —encajo la espada en su corazón —. Eres tú.

Extraigo la espada y con paso lento me acerco a una de las puertas bajando con fuerza al hombre que necesito.

—Que demo... —se calla abruptamente cuando por las buenas lo bajo del coche.

—Sh... —llevo mi dedo a mi boca —, no podemos mencionar esa palabra a la ligera.

—¿Quién carajos eres? —cuestiona confundido.

Sus ojos se achican tratando de ver mi rostro, cosa imposible, la capucha y la oscuridad impiden tener una visión clara.

—Pierre D'Angelo¿Y tu?

Se echa un poco para atrás completamente confundido, niega con la cabeza soltando una risita.

—No, yo soy Pierre D'Angelo

—¿Estas seguro? —asiente —, bueno, pues entonces eras.

Un eco resuena justo en el momento en el que siento como algo atraviesa mi abdomen. Me alejo comprobando que realmente el muy hijo de su mamá me ha disparado.

Saco la bala aventándola lejos y para cuando centro mi mirada en el ex Pierre ya esta como a una cuadra de distancia.

Observo las pequeñas lámparas que aun alumbran por unos segundos más antes de reventar dejando todo en absoluta y completa oscuridad. Pierre cae al suelo asustado mirando a todos lados tratando de averiguar qué ha pasado.

Me acerco junto con el espeso humo que empieza abandonar mi cuerpo siendo dirigido hacia él, que es cuestión de segundos lo rodea dejándolo sin escapatoria.

—De no haberme disparado no tendríamos por qué pasar por esto.

Dos minutos son los necesarios para que el hombre empiece a toser sin parar, el humo funciona como asfixiante. Se pone de rodillas sosteniendo su garganta, mientras que la otra la estira en mi dirección esperando no sé qué cosa de mí.

—Ayu...ayuda —su voz apenas es un susurro entendible.

Entonces eso era lo que quería al extender su mano.

—No seas tonto, como te voy a ayudar si yo estoy provocando tu muerte.

La sangre empieza a brotar de sus ojos, oídos, nariz, boca y quiero pensar que, de todos los agujeros posibles, que lastima.

—Antes de que te me vayas quiero decirte que no tengo nada en contra de ti —inclino la cabeza observándolo mejor —. Lo que sucede es que has sido un blanco perfecto y todo porque nadie te conoce físicamente, así que en automático se convierte en tu culpa.

La intensidad del humo lo rodea con más fuerza hasta que por fin cae desplomado en el suelo. El humo desaparece en automático justo en el momento en una fuerte briza me hace girar en dirección contraria y un nefasto aterriza frente a mí. Esta vez fueron mucho más rápidos.

—¿Está muerto? —no me ve, su vista solo está enfocada en el cuerpo.

—Para nada —doy un paso a un costado intentado esconder el cuerpo detrás de mí.

—Aun puedo ver el cuerpo.

—No es para tanto —ruedo los ojos —. Solo está tomando una pequeña siesta que durará para siempre.

Regresa su mirada a mi cargada de odio y lo que parece ser algo de rencor. No tarda en sacar su espada apuntando en mi dirección, suspiro, esta no será la primera ni la ultima vez que alguien haga eso.

—No estaba destinado a morir —brama con molestia.

—En mi lista si lo estaba —digo sin importancia —. Y, de cualquier manera ¿Qué más da? De igual forma iba a morir, yo solo adelante el proceso.

—No puedes adelantar el curso de las cosas —se acerca sin dejar se apuntarme —. Has creado un caos por tu irresponsabilidad.

Suelto un bufido, es la decima vez que un ángel me dice esto en lo que va de la semana y apenas es lunes.

—Lo hecho, hecho esta —sonrío —. No lo puedo revivir.

Se abalanza sobre mi intentando atacarme. Giro a la derecha y en menos de un segundo saco la espada colocando la punta filosa en su garganta.

—Piensa muy bien tu siguiente movimiento que un corte de mi espada podría herirte más de lo que crees —amenazo sin despegar mi mirada de la suya.

—No es tu espada, la has robado.

—Mia, tuya, robada o prestada, no importa, de igual manera te va a matar.

—Solo por ser muy poderoso te crees superior ¿No? —la furia no pasa desapercibida en sus palabras —. Crees que puedes hacer lo que quieras y matar a todos ¿no?

—Primero, no me creo superior porque si lo soy —sonrío con arrogancia —. Segundo, mataré a quien tenga que matar para encontrar lo que me pertenece y que ustedes me han arrebatado mil veces.

Doy un paso atrás retirando la espada con brusquedad dejando un leve rasguño en su cuello que lo hace soltar un leve chillido de dolor.

Para los humanos y seres celestiales mi espada, porque es mía, puede matar su cuerpo y alma. La única diferencia que hay entre ambos es que a los ángeles puede herirlos, solo basta un simple rasguño para que este le ocasione quemaduras que podría tardar meses en sanar. En cambio, a los humanos si los mata definitivamente con un solo rasguño.

—Ya veremos quien gana esta pelea —se aleja —. Si continuas deberías de empezara tener miedo por lo que se viene, jamás hallaras lo que buscas.

—Y como dicen los humanos, el que tenga miedo a morir que no nazca —bajo la capucha.

—Suerte en tu búsqueda —me sonríe con arrogancia.

—Suerte para ustedes que la he finalizado —respondo de la misma manera.

Da un paso atrás asombrado por mis palabras y una mirada preocupada aparece en su rostro. Abro los ojos cayendo en cuenta del peso de mis palabras al percatarme que le he confesado que lo he encontrado. Ahora harán hasta lo imposible para quitármelo otra vez.

Intento hacer algo, pero ya es tarde, sus alas se extienden alzándose en el aire dirigiéndose al paraíso con demasiada rapidez.

—Que tonto eres, lo has arruinado por completo —me golpeo la frente.

Vuelvo a colocarme la capucha cubriéndome de la lluvia que me ha empapado por completo. Meto las manos en mi abrigo y emprendo camino alejándome del lugar con demasiada rapidez y una pizca de molestia por mi indiscreción.

Bueno, es imposible que una sola noche armen algo para evitar que tome lo que es mío ¿verdad?

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⏰ Last updated: Apr 05 ⏰

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La reina de las alasWhere stories live. Discover now