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DESDE QUE TE VI

—y usted, por aquí, su bebe está aquí. — le señalo dónde estaba el bebé. Esperando que Eros hiciera mención acerca del sexo del bebé, pero no no lo hizo.

—Es una niña muy hermosa — dijo en un susurro.

—¿Cómo sabe que es una niña?— pregunto el doctor

—lo supe desde que la concebimos además hace poco hiso mención del sexo, así que corroboro lo que ya sabia— dijo Eros con orgullo, el sabía en su corazón que su mujer estaba de una niña, por eso no dejaba de decir que lo era, aunque eso incomodara a Barbara.

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Kevin no iba a negar que le dolía en el alma ver a su hijo en ese estado, era muy pequeño y frágil, daría todo por tomar su lugar y no verlo así, sentía que estaba sufriendo.

Aunque el doctor les haya dicho a él y a Eros que  los bebés aún no asimilaban que estaban fuera del utero por eso es importante estás horas en la incubadora, para saber si pueden adaptarse bien  a su entorno.

Y rogaba en serio rogaba que su bebé resistiera esto porque se desmoronaría y tenía que ser muy fuerte para ayudar a su mujer, Alejandra, que estaba muy entusiasmada con su embarazo.

Y no solo eso apoyar a Barbara y Eros que también estaban en la misma situación, y sentía que la niña estaba en condiciones más críticas pues nació mas pequeña y con menos peso.

Kevin limpio una lágrima traicionera que cayó sobre la incubadora de su hijo.

Su piel era tan... Delgada que se le veían las venas de cuerpecito.

Quería tocarlo, cargarlo, y no podía. Solo podía hablarle con la esperanza de que pudiera oir su voz, ya que los médicos le habían dicho que por lo prematuro que era lo más probable era que perdiera la audición si lograba sobrevivir.

Tomo una fuerte respiración y dándole una última mirada a su hijo salió en busca del doctor, quería ver a su mujer, saber cómo estaba.

Mientras Eros aún seguía contemplando a su hija, no se veía diferencia a el hijo de Kevin ya que ambos bebés estaban conectados a tubos para respirar y sonda para alimentarse, tenía una endovenosa en su pequeño tobillo y otro en su pequeño cráneo sin cabello.

Veía su pechito subir y bajar casi con dificultad, no tenía cejas ni pestañas pero aún así, para él, era la bebe mas hermosas que haya visto.

Y movería cielo y tierra para que su bebé pudiera vivir.

—eres preciosa como tú madre.—. Hablo el en un susurro — se que vas a superar esto mi pequeña, eres como tu madre... Fuerte y valiente.

Tocó con la palma de su mano el cristal que resguardaba a la pequeña niña, como si quisiera tocarla a ella.

Y eso queria poder tocarla, besar la cabecita de su bebé. Y no podía, tenía una impotencia terrible dentro de  su ser que no lo dejaba respirar tranquilo.

Se sentía culpable de lo que le había pasado a Barbara.

Aunque sabía realmente que no era  su culpa no podía dejar de sentirse como si lo fuera.

—vendre luego a verte mi niña, ahora voy a ver cómo está mami. — le dijo con un nudo en la garganta imaginando que si el médico tenía razón lo más probable era que su bebita no escuchará su voz jamás.

Era realmente lamentable todo eso.

Eros salió luego de unos minutos más con su hija y fue con el doctor, quería ver a su esposa, saber que estaba bien y a salvó.

No tardo mucho en encontrarlo pues estaba hablando con un par de doctores más en el pasillo.

Le dijo dónde encontrarla.

No estaba muy lejos de dónde estaba su hija, por suerte estaban en el mismo piso.

Mientras caminaba a la habitación de su esposa es peso de la culpa lo aplastaba cada vez más, es que sentía que tuvo que haber estado más al pendiente, ver algún indicio de que se sentía mal.

Ella nunca le dijo que se sentía mal a parte de los síntomas comunes del embarazo y eso lo tenía trastornado.

Minimizó sus pasos al pasar frente a una de las habitaciones y ver por la ventana de vidrio que abrcaba casi la mitad de la puerta.

Había una mujer llorando desconsoladamente, era Alejandra, sus llanto le apretó el pecho.

Veía como Kevin la abrazaba mientras la  consolaba.

Sacudió sus pensamientos y suspiro.

La habitación de Barbara estaba junto a la de Ale, tenía que estar calmado para darle apoyo a su mujer.

Una vez frente a la puerta suspiro nuevamente, a este paso se le iban a explotar los pulmones de tanto suspirar.

—hola, preciosa — dijo cuando entro, bastaba estaba intentando sentarse, sentia mucho dolor, y como no si le habían hecho una cesárea de emergencia y aunado a eso le habían sacado mucho pus de su utero a causa de la bacteria que contrajo. — hey, hey, tranquila, no hagas movimientos bruscos.

—amor— dijo con voz temblorosa —¿Y mi bebé? ¿Cómo está mi bebé? — se quejo por un movimiento un poco brusco. Y Eros se acercó a ella para ayudarla.

La ayudo a sentarse sujetándola por los hombros y acomodandole la almohada en su espalda. A un lado de la camilla tenía unos botones para inclinaría.

— ella va a estar bien — le dijo. Acariciándole su mejilla al tiempo que le limpiaba el rastro le lágrimas — es fuerte como su mamá.

—¿E.es una niña?— dijo un poco aturdida ¿En serio? El instinto de Eros era más agudo que el de ella de eso estaba segura. La verdad ella no tenía preferencia Pero él, caray desde un principio supo que era niña.

—si, y es hermosa, una cosita pequeñita— sonrió al recordarla imaginando que no tenía todos esos aparatos conectados a su bebita.

—¿Ya la viste? Quiero verla Eros quiero ver a mi bebé. — no pudo evitar llorar, tocó su pecho y lo froto, lo sentía apretado sentía que no podía respirar y el llanto le ganó, lloro sin control.

Su bebé, ella quería a su bebé, ¿Cómo demonios había pasado todo eso? ¿Cómo no pudo darse cuenta que algo iba mal?

—perdoname, yo... Yo... No me dí cuenta que algo iba mal...

—No. No es tu culpa Barbie ¿Okay? Esperemos el resultado de los exámenes y sabremos que sucedió.

La Rubia Del Ceo (+18)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon