Familia Montoya

5 0 0
                                    

Conducir. Una actividad tan necesaria como peligrosa. Y en ese momento, dependía de la experiencia de un agente para salvar sus vidas. 

Su misión era rescatar a un agente infiltrado que fue descubierto junto a una familia que debía ser rescatada por el mismo. Ahora deben huir de zona enemiga mientras los disparos se hacen cada vez más letales. ¿Y él? Pues, solo podía mantenerse conduciendo mientras el agente herido trataba de responder el fuego enemigo.

—¡Maldita sea!— Gruñe —¡No tengo carga!

—¡En los asientos de atrás hay munición!— Da un giro brusco evitando un cohete —¡Mierda, nos alcanzan!

Acelera la marcha, y moverse se le complicaba mucho hasta el lugar indicado, pero tuvo que sostenerse cuando el agente dio un giro a la derecha evadiendo otros automóviles que se sumaban a la persecución. 

—¡Mamá, tengo miedo!— Grita una niña aferrada a una mujer. Esta última no responde, solo aprieta el agarre en la pequeña. 

—¡Toma!— El hijo mayor de la familia, un joven de no más de trece años lanza un cartucho de munición al agente. Este lo atrapa. Apenas retrocedía, cuando logra divisar algo por la ventana trasera del auto. 

—¡Agáchense!

De inmediato, el chico sostiene a su madre y hermana y se lanzan al suelo. Una ráfaga de disparos logran atravesar el vidrio blindado que había llegado a su límite. Apenas termina el tiroteo, el agente se acomoda en el asiento, busca el punto de equilibrio... y solo bastaron seis disparos para desestabilizar la tropa de vehículos que los perseguían. 

El conductor veía por el retrovisor roto parte del gran choque múltiple y varias explosiones que poco a poco quedaban atrás mientras el auto aceleraba. 

—Comandante... Se lo agradezco. 

—No me agradezcas.— Responde tajante —Era mi misión arreglar el desastre que provocaste. 

—El error es mío, lo sé. Disculpe la molestia, Comandante. 

—Ojalá aprendas de tu error que casi nos mata a todos, muchacho.— Se asoma a la cabina —Vete para atrás. Trata tus heridas.  

—Eh... 

—Es una orden.— Replica irritado. 

—Como diga, Comandante. 

Con ayuda del Comandante, el agente fue movido a la parte trasera junto a la familia, que también ponía todo de sí para ayudar al agente a tratar sus heridas con lo que tenían.  

—Disculpe, señor.— Habla la niña extrañada —Su cabeza... Está sangrando... 

—Niña, preocúpate por ti y tu familia. Estaré bien.— Mentira, tenía varios moretones y heridas abiertas producto de una intensa batalla contra veinte sujetos armados en su huida. Uno de los disparos casi atraviesa su ojo izquierdo, pero logró rozarlo. Ahora solo disponía de un ojo. 

—Señor, también preocúpese por su salud.— Habla el chico pasando el improvisado botiquín a su madre —Disculpe que le diga esto, pero no está en condiciones de manejar. Se notan las manchas de sangre en su ropa. 

—¿Quién más va a conducir?— Cuestiona, sabiendo que el chico tenía razón. 

—Yo lo hago.— Voltea ligeramente la cabeza, sin quitar la vista del frente —Sé manejar, señor. 

—No.— Ante la negativa, el chico se apoya en el asiento del conductor, quedando detrás de él. 

—Entonces déjeme tratar su herida. 

Lost mission - ‟Cueste lo que cueste..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora