Lucifer, sufre por el abandono de su familia, lo que lo lleva a una profunda depresión y deseos de quitarse la vida.
Sin embargo, escucha un rumor sobre un hotel habitado por monstruos con una maldición propia. Con esperanzas renovadas, decide visi...
⚠️. — CONTENIDO SEXUAL: PROCEDE BAJO TU PROPIO RIESGO. ⚠️
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Se quedó pensando por unos segundos, pero no le dio importancia y volvió a reclamar sus labios.
Sus manos descendieron hacia su cintura y clavó sus garras en ese lugar, asegurándose de que todo lo que hacía lo disfrutara.
— Dime la verdad, ¿quién demonios eres? Tú no eres un humano común y corriente…
Se acercó a su cuello; su cuerpo entero olía a manzanas y caramelo dulce. Sus dientes mordieron suavemente su piel, y la sangre que antes era roja, ahora era dorada.
Sin querer, había roto el hechizo...
Pasó su afilada lengua por los pequeños agujeros dejados por sus dientes, comprobando que, efectivamente, sabía mejor que el sabor metálico normal de un humano.
Lucifer no sabía qué hacer ni cómo reaccionar a lo que el venado le hacía. Se sentía extraño... se sentía excitado, ¡y ni siquiera le estaba haciendo la gran cosa!
No quería decirle que parara. Su respiración estaba agitada. Fue cuando se separó de él que finalmente pudo respirar correctamente.
La pregunta lo tomó desprevenido. Tenía que admitirlo. Él también sabía que su sangre no era como la del resto; tenía un sabor propio y... delicioso.
Hace años, su sangre era normal, todo en general lo era, claro, antes de tener a Charlie y… conocer a Lilith.
Lilith…
Ahora que lo pensaba... él iba a morir en el parto, pero ella lo salvó. Aún lo recordaba: esa horrible sensación de debilidad en su cuerpo y la pesadez en sus ojos; había perdido mucha sangre, según ella.
Nunca pensó mucho en eso, solo estaba agradecido de que su mujer, en ese tiempo, lo hubiera salvado.
