Lucifer, sufre por el abandono de su familia, lo que lo lleva a una profunda depresión y deseos de quitarse la vida.
Sin embargo, escucha un rumor sobre un hotel habitado por monstruos con una maldición propia. Con esperanzas renovadas, decide visi...
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Su pálido y hermoso rostro estaba teñido de un rojo intenso. Lilith estaba harta de la situación actual. Estaba realmente furiosa.
¡La mocosa de Lucifer estaba recuperando la memoria, y que este ya no era miserable como antes! Ahora era feliz, y eso la enfurecía.
Además, se estaba acostando con ese repugnante pecador. Una vez más, la estaba engañando. Parece que no le había bastado con la inútil y estúpida Eva. Odiaba con todas sus fuerzas a ese maldito venado.
Bufó molesta. No permitiría que Lucifer fuera feliz, nunca más.
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Ya habían pasado unos cuantos meses desde el primer encuentro sexual entre ambos, para ser exactos, tres.
Todos terminaron de desayunar y Alastor se levantó de la mesa primero.
— Charlie, querida, volveré en un rato. — dijo, y ella lo miró un poco sorprendida, ya que tenía una actividad planeada para que él y su padre se llevaran bien.
Le había sorprendido que Alastor quisiera cambiar los lugares de la mesa, asignando a Lucifer a su lado. La alegró, pero también la confundió.
Pensó que hablaría con Lucifer, pero solo se mantuvieron callados. Esto continuó durante meses; ninguno se dirigía la palabra, al menos no en presencia de otros. Sin embargo, su padre biológico parecía nervioso.
