Día 1 - Primer beso

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AU sin maldiciones.

Satoru respiró hondo y se abofeteó mentalmente, conocía a Suguru desde hace dos años, nada podía salir mal.

Claro, solo que lo rechazará, le dejará de hablar, lo odiara y por consecuencia que él se odiara a sí mismo.

Escuchó a Suguru hablar un momento, algo sobre la ropa que estaba diseñando mientras ambos caminaban con los montones de tela que acababan de comprar.

—¡¿Quieres ir mañana al parque de diversiones?! —Satoru interrumpió de repente.

Suguru se quedó callado ante el grito, soltando una suave risa mientras asentía.

—Claro, Satoru.

Satoru se quedó quieto, boqueando un momento antes de soltar un resoplido, indignado.

—¿Sabes qué, Suguru? Me desesperas, enserio, me desesperas.

—¿Por qué? —preguntó mientras lo seguía, pero Satoru había comenzado a correr, golpeando a la gente que pasaba con los rollos de tela que cargaba— ¡Satoru, espera! ¡¿Qué pasó?!

—¡Me desesperas, Suguru! —Satoru se giró para verlo— ¡Llevo dos meses pensando en cómo invitarte a salir! ¿Y tú qué haces? Contestar en dos segundos, ¡¿Dónde está el sonrojo?! ¡Un tartamudeo al menos! ¡Pero no! "Claro, Satoru" ¡¿Qué clase de respuesta es esa?!

Suguru frunció el ceño.

—¿Y qué más quieres que responda? Siempre vamos juntos a ese parque.

Satoru estaba a punto de gritar otra vez, cuando se dio cuenta de que tenía razón, habían ido los dos años pasados al mismo parque de diversiones.

—Oh, tú piensas que te estoy invitando como amigo —Satoru se dio un golpe en la frente, ocasionando que el rollo de tela golpeara a un niño que pasaba corriendo. Pero Satoru no le puso atención. Ahora entendía porque no había un sonrojo.

—Pues sí, ¿No? ¿Cómo más me invitarías? —Suguru soltó una pequeña risa para ocultar el creciente nerviosismo— ¿Verdad?

—No, Suguru ¡Tú me gustas! Te estoy invitando de la manera en que un chico invita a... ¿Otro chico? —Satoru lo pensó un momento antes de asentir— sí, de esa forma.

Suguru lo miro antes de negar con la cabeza y reír.

—Que buena broma, Satoru.

—No es broma —le aseguró el albino— nunca he hablado más en serio en mi vida. Tú me gustas. Mucho.

Suguru respiró hondo y se puso las manos en las caderas.

—No es cierto.

—Es cierto, me gustas desde hace dos años.

—Nos conocimos hace dos años.

—Ajá. Y me gustas desde entonces.

Suguru volvió a reír.

—No es cierto.

—¿Quieres que lo grite para que entiendas? —le preguntó dando una fuerte pisada en la acera— porque lo hago.

—No creo que eso sea necesario, Sator...

—¡Oigan todos! —gritó Satoru, golpeando repetidas veces los rollos de tela para que le pusieran atención— ¡¿Pueden ver a ese chico del mechón, camisa negra y super guapo?! ¡Me gusta desde hace dos años y...!

Satoru fue tomado del cuello y jalado de repente, haciendo que soltara los rollos de tela cuando unos labios se estrellaron contra los suyos.

Sus gafas de sol se presionaron contra su nariz, sus manos temblaron un momento, los colores subieron a su cara y su corazón se aceleró al instante cuando su mente proceso que era Suguru quién lo besaba.

Con las manos ahora libres, rodeo la cintura de Suguru y le regreso el beso.

No había besado a nadie antes, aunque su fama de mujeriego rondará por toda la universidad, nunca se sintió lo suficientemente cómodo con alguien como para besarle.

Pero adoraba a Suguru.

Desde ese momento donde lo vio entrar a medio semestre en segundo año de preparatoria, desde que le vio ese torpe mechón que siempre insistía en poner en su cara, desde que Suguru lo escuchó hablar por cinco horas, sin quejarse, sobre las digievoluciones.

Sabía que era especial, pero no sabía que los labios de Suguru se sintieran tan bien contra los de él.

El aroma de Suguru llegó a su nariz, acompañando el suave beso que ambos se daban en medio de la acera.

Su mente se llenó de Suguru. Y le encantó.

Suguru se separó con suavidad, sus mejillas igual de rojas que las de Satoru.

—Ah, aquí está el sonrojo que buscaba —le dijo Satoru mientras sonreía y pegaba su frente con la de él, antes de fruncir el ceño, alejándose— ¡Oye, no! ¡Me acabas de arruinar mi plan! ¡Yo debía besarte arriba de la noria!

—¿Quieren guardar sus muestras de afecto y buscar un lugar alejado de los niños para sus cosas depravadas?

Satoru le sonrió a Suguru antes de girarse y señalar a la mujer que había arruinado su momento.

—Pues tapé los ojos del mocoso si tanto le molesta, señora.

—Yo no tengo hijos y soy una señorita.

—Señorita mis huevos, tiene más de cincuenta, señora, ¡No engaña a nadie! —gritó mientras Suguru lo tomaba de la chaqueta, jalado de él para llevarlo lejos, maniobrando con los rollos de tela y el albino.

—¡Qué maleducado! ¡Busquen un motel en su lugar!

—¡¿Pues sabe qué?! ¡Eso mismo voy a hacer! ¡Pero si quiero tengo sexo con mi novio aquí mismo!

—Satoru, ya cállate, ni siquiera soy tu novio.

Satoru le sacó el dedo medio a la señora mientras se giraba, sonriéndole a Suguru y dejándole un beso en la mejilla.

—¿Y no quieres?

Suguru lo miro antes de reír y negar con la cabeza.

—Eres imposible.

—Aw, pero aún así me besaste, porque tú me besaste, me jalaste de la ropa y me besaste.

—¿Cuántas veces vas a decir la palabra "besaste"?

—Las que sean necesarias para que digas que sí...

—Bien, soy tu novio, ya cállate.

Satoru dio un salto de emoción y gritó.

—¡¿Escucharon todos?! ¡Es mi novio, idiotas! ¡Ya quisieran ustedes tener un novio tan guapo cómo el mío!

Kisspril (SatoSugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora