Una fogata en las sombras

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- Cada noche evado mi  propia mente. Cada segundo recuerdo las palabras que ella me dijo al abrazarme, al "dejarme ir". Me sujetaba con una fuerza horrenda, no con amor. Fue esa señora que, en algún momento se decía me cuidaba, me sujetó. Acercó sus labios a mis lastimados oídos, a mi cuerpo lastimado y recién saliendo del un dolor físico causado por ella y quienes una vez me vieron como hermana. Recuerdo su voz sin ánima, sin tristeza. Ella era simplemente una máquina: "Cuando vuelvas, espero tus disculpas. Quizá pueda darte cobijo como servidumbre".

>Mi lágrimas y dolor no cesaron, sólo crecieron. Ella cerraba la puerta a mis ojos. La luz de cobijo de lo que alguna vez llamé hogar se volvía ahora un tenue brillo de lo que conocía antes. Mi madre, mis hermanos, mi familia. Cerrando una puerta mientras que un rostro mostraba una sonrisa de victoria. Satisfacción entre arrugas de quien tuve que llamar alguna vez "mamá".

Las lágrimas de una chica con cabellos rosas cruzaba sus mejillas mientras sus labios recitaban un eco de tortura en su mente. Ella apenas ocultaba eso con sus gafas. Un joven con cabellos pálidos la acompañaba mientras una curiosa chica con cuernos y una dama rubia la escuchaban.

- Mi viejo nombre deseo quede en el olvido. No deseo que ese horrido momento sea parte de lo que me queda hacer: empezar de nuevo. Llevo con Marcus, mi hermano, apenas unas semanas fuera de lo que alguna vez llamé hogar. - decía la chica de rosado cabello mientras se limpiaba -. Mi nombre ahora sonará quizá ridículo, pero es Poppy Wells. Como mi ahora hermano, Marcus.

Su hermano le pasaba un pañuelo para que se limpiara, ella lo agradecía, mientras cedía la palabra a él.

- Entiendo que nuestras costumbres pueden diferir a lo habitual en sus tradiciones, pero llevamos ya tiempo de estar caminando en el bosque. Entendemos que ustedes, poseen vida entre árboles. Por ende, quisiéramos vivir ahí un tiempo. Nuestra estancia no será gratis, eso sí. Buscaremos cómo pagarles.

La chica con los cuernos empezó a reírse. Se podía ver un pentagrama en su cuello, colgando mediante un choker. Poseía ropas peculiares, así como cola, señal de ser una Imp: una criatura obligada a servir a alguien que tuviese su contrato.

- Lo siento, mi reina y mi rey. Pero eso no lo decidimos nosotras. Eso lo decide la Bruja Madre. Y ya que vinieron hasta acá, temo que las presentaciones son o pueden ser demás. Sin embargo, me llamo Namira Abadi.

La dama de rubios cabellos se levantaba. Su ropa negra contrastaba con la ropa colorida de Poppy. Los labios con pintura como la noche se abrían, y la dama de ropas negras habló:

- Me llamo Cassandra. Graves fue el apellido que adopté al entrar a estas tierras que deseas ver, mi joven amiga. Sin embargo, así como la imp dice, temo que nosotras no podemos decidir, eso lo puede hacer únicamente la Bruja Madre. Ella verá si son presas o parte de la jauría. Espero lo mejor, y recomiendo seguirnos. La noche es nuestro patio de caza, y no hacemos excepción, frágiles seres. Por favor.

Acto seguido, del bosque surgieron varios luciérnagas que crearon un camino oculto, llevaba a un sitio que pocos conocían. Y muy pocos se adentraban. Los jóvenes de ropas coloridas se voltearon a ver, sus miradas decían todo, y nada. Era un paso de fe tras la tragedia. Y optaron en seguirlas. 

- Estamos listos - dijo Marcus, sujetando la mano de Poppy, quien se miraba aún afectada por la charla. 

Cassandra sonrió, Namira también. Y la dama de negro movió sus labios para proferir unas palabras que iniciarían un viaje distinto:
- Bienvenidos, Marcus y Poppy, a la tierra Oculta de las Wicca.

12 WiccanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora