𝗡𝗼 𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗻𝘃𝗶́𝗲𝘀 𝗮 𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗿𝗶𝘃𝗮.

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—¿También te costó aprender a disparar, Ell? —Preguntó la castaña—.

Mire a Reichel con una sonrisa y asentí como respuesta a su pregunta. De echo, había mejorado bastante desde que había empezado todo esto.
Era lo suficientemente buena como para compararme con Maggie, Rosita, Tara y hasta Carol.

Reichel había resultado ser mejor aprendiz de lo que esperaba, en menos de una hora le tomó trabajo tener la confianza para empuñar el arma con fuerza y disparar a los blancos quietos y en movimiento.

Daryl dijo que quizás ella había tenido alguna práctica antes, por lo que asentí, Dereck había llegado a enseñarle un poco de lo que sabía, pero no lo suficiente.

Fue divertido ver como ambos se retaban con la mirada, la niña con sus manos en sus caderas y Daryl con sus brazos cruzados en su pecho.

—Pensé que sería complicado. —Volvió a hablar la castaña limpiando el arma, justo como Daryl le había enseñado— El viejo es un buen profesor. —Una risa corta salió de mis labios al ver el rostro de Daryl, totalmente indigando— ¿Sabes, Daryl?, me recuerdas al Grinch.

—¿A quién? —Preguntó con confusión—.

—Al Grinch. —Repitió rondando sus ojos—
¿Nunca viste el Grinch?

—Claro que si. —Bufó con obviedad y una risa tonta salió de mis labios, era más que claro que él mentía—.

—Ujum, te creo. —Dijo Reichel de forma sarcástica—.

—Sigue limpiando, niña parlanchina. —Dijo intentando mostrar lo demandante que podía llegar a ser—.

Él le entregó otra arma a Reichel y ella solo la recibió con una sonrisa burlona.

Pase mi mano por su espalda hasta llegar a su nuca, acerque su rostro un poco a mi para poder dejar un beso sobre su mejilla. Su ceño fruncido era como el de un niño que no quería nada más que ir a jugar, pero luego su sonrisa que le delataba lo mucho que me quería, me mostraba a un niño que amaba mucho esas muestras de cariño repentinas. Algo que nunca me imaginé de Daryl.

Ya luego me tomaría el tiempo para preguntarle a Reichel de donde le veía parecido a ese viejo, bicho verde, de sonrisa espantosa y arruina vidas.

—¿Quién te enseño a disparar, Ell? —Preguntó Reichel de pronto—.

Daryl me miro de reojo, él sabía muy bien la respuesta.

Una sonrisa nostálgica tiro de las esquinas de mis labios, diablos, pudo ser un hijo de puta en su momento, pero Dios, ¿quién no iba a pensar que Merle si intento cambiar?

—Su nombre es Merle, él me enseño lo básico, pero él que me enseño todo lo demás fue Shane. —Sonreí—.

—¿Los extrañas? —Preguntó—.

Baje la mirada y pensé.

¿Extrañaba a Merle?, no lo sé, ya ni me acordaba de él, ¿extrañaba a Shane?, no, estába más que claro.

—Más que extrañar a Merle, extraño lo que intentó ser... un buen hombre. —Mire de reojo a Daryl— La vida no le dió su segunda oportunidad. —Hice una pausa— Y a Shane, no, no lo extraño. —Suspire sintiendo los brazos de Daryl rodear mi cintura— Extraño lo que era Merle antes de... de todos, de Lori, Dale, Mia, Henry...-...

—Carl... —Susurro Reichel con tristeza— Él siempre cuido de mi después de la muerte de Dereck, también cuando alguno de ustedes no estaba en Alexandría. Así que yo cuidare de Judith, lo haré por él. —Sonreí de forma leve— Creo que yo también tuve un hermano. —Fruncio el ceño de forma pensativa— Pero no lo recuerdo. —Se encogió de hombros restándole importancia— A parte de Carl y Judh, ¿tuvistes hermanos?

𝖠𝖥𝖳𝖤𝖱: 𝖾𝗇 𝗆𝗂𝗅 𝗉𝖾𝖽𝖺𝗓𝗈𝗌. Where stories live. Discover now