Estas esposas duelen, lastiman mis muñecas, marcan mi piel, cada vez más pálida.
- Denji, buen chico.
Acaricia mis cabellos, sus ojos me hipnotizan, ese espiral oscuro en el que me encuentro atrapado. Deseo ser libre?
Es mi imaginación tal vez, pero siento la posesividad en su mirada, la obsesión de besar cada parte mi cuerpo cuando hacemos el amor.
Mis piernas tiemblan al sentirlo dentro, empujando con fuerza, de manera errática casi desesperada.
- Ah~ Denji
Sus brazos me sofocan al dormir, no quiere soltarme, se aferra con fuerza a mi cintura y una de sus manos aprietan mi cuello. Aprisionado, así me siento.
- Makima, me amas?
Sonríe de manera burlesca.
- Eres mío.
Contesta de forma tan simple, como si no le importara ni un poco. Estas esposas duelen y más aún, al saber que estoy atado a una persona que no siente lo mismo que yo.
Soy yo acaso el único capaz de amarte?
- Denji?
Me despierto y entrecierro los ojos, es raro verlo a mi lado aún, suele dormir en la sala luego de joderme toda la noche.
- Si?
Mi voz aún adormilada, no sé porque, pero quiero abrazarlo, besar su mejilla, quiero amarlo.
Déjame hacerlo, Makima.
- Tu mano, dámela.
Obedezco como siempre algo confundido.
- Para qué?
Me despierto de golpe al sentir el frío metal introduciéndose en mi dedo anular, con desconcierto observo la sonrisa en su rostro y luego el anillo adornado por un pequeño cristal.
- Es hermoso....
Makima besa mis labios con suavidad, acaricia mis cabellos y con voz grave pronuncia un
- Te casarás pronto, sé buen chico.
