"BIENVENIDA AL INFIERNO" _ (Hazbin Hotel)

Capítulo 1

"Una sola y única oportunidad para enmendar mis errores y salir de este lugar."

Todo pasó demasiado rápido, y en un segundo, me hallaba en un lugar bastante lúgubre y tétrico. El cielo se teñía de un color carmesí, el ambiente se sentía cargado de un espesor abrumador y asfixiante, un olor desagradable inundó enseguida mis fosas nasales. Me detuve un momento, ante mi consternación y genuina confusión; y divisé mi entorno con más detenimiento. Tenía una ligera idea de cómo había llegado a este desagradable lugar, aun así, no creí haber sido tan mala persona en vida como para merecer este fatídico final.

Si bien te dicen que no debes pecar si no quieres ir al infierno, la mayoría de las personas cuando están vivas no le toman importancia a ese tipo de cosas, porque creen que no hay nada más después de la muerte —yo pertenecía a ese grupo de personas— hasta que me topé con la cruda y triste realidad. No contaba con morir tan joven, apenas a mis veinticuatro años, pero también estaba consciente de que cada decisión trae consecuencias diferentes, y a veces, la mayoría no son para nada favorables. Y no me voy a justificar, mucho menos victimizar, no somos perfectos, y es por eso que cuando estaba viva hice algunas cosas que me llevaron por mal camino y me hicieron terminar en este lugar llamado "infierno".

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Caminaba por las iracundas y sucias calles de la ciudad "Pentagrama", según escuché de algún demonio al que pregunté cuando finalmente caí en cuenta de dónde fui sentenciada a pasar el resto de mi miserable existencia. Aun así, no podía entender que por haber robado un par de veces para poder costear los exuberantes gastos médicos de mi hermano que estaba postrado en la cama de un hospital, haya terminado aquí. En mi _no_ tan larga vida jamás conspiré contra alguien, o tuve verdaderas malas intenciones, y sinceramente, de lo único que me arrepiento es de haber dejado sola a mi madre y hermano. Pero ya no había vuelta atrás, tuve la desdicha de caer en manos de un asaltante mientras caminaba sola en la noche tras doce horas de arduo trabajo. Sí, mi vida era una mierda, aún así, hice lo mejor que pude. El tipo me agarró desprevenida, intenté defenderme, pero fue demasiado tarde cuando sacó su navaja y... bueno, el resto ya es predecible.

Caminé por un largo rato, abrazándome a mí misma con mis brazos. Mis pasos eran rápidos, y me detuve en seco tras escuchar a unos demonios conversar de algo que parecía prometedor para mí. Así que con discreción para no ser notada, me aproximé sigilosa a una distancia segura para escuchar.

—¿Vieron de lo que fue capaz la pequeña zorra de Lucifer?— Habló un demonio con aspecto desagradable que yacía recostado a la pared, mientras se fumaba un tabaco.

—Ese grupito de locos en aquel hotel, al menos hicieron algo útil y reventaron a unos cuantos ángeles.— Comentó ahora otro de ellos, con aspecto más sucio y horrible.

—Sobre todo al principal, Adán. Ese hijo de perra engreído finalmente tuvo su merecido.— Aseguró el primer demonio que había hablado antes.

—¿Entonces creen que eso de la redención es posible? Ellos parecen muy convencidos.— Agregó el tercer demonio de ese pequeño grupo, en un tono más bajo, con un atisbo de interés.

El segundo demonio contestó mientras se encogía despreocupadamente de hombros.

—¿Quién sabe? Igual esa perra está loca, su grupillo de lame-botas también, así que no me interesa acercarme a ese... Hazbin Hotel.

Ya había escuchado suficiente, si había un lugar así, que al menos me diera una mínima esperanza o probabilidad de enmendar mis errores y hacer las cosas bien, iría sin pensarlo. También estaba bastante perdida en este lugar, tenía poco tiempo desde mi llegada, así que sería bueno tener un lugar en el que descansar y asegurarme.