Amnesia.

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Pasé por los lugares a los que solíamos ir a perder el tiempo.
Pensé en nuestro último beso, cómo fue, a qué sabía.

~ ° ~

Bajo la fría nieve, en pleno apogeo invernal, paseaban parejas tomadas de las manos, tan juntas, intentando mantener el calor de ambos. Unos llevaban alguna bebida caliente, como chocolate o café, y otros simplemente caminaban.

Tal era el caso del gigante hombre de abrigo marrón que caminaba por el parque del centro de Seúl con la mirada perdida.

Por sus mejillas se apreciaban rastros de lágrimas secas, congeladas. Su negro cabello le caía por la frente cubierto de una fina capa de nieve, que podía parecer encaje por la buena combinación de los colores.

De vez en cuando murmuraba el nombre de alguien, con esa voz tan ronca que desde la adolescencia desarrolló.

Una viejecilla se le acercó, ofreciéndole una rosa a cambio de que le dijera su nombre.

El joven respodió. Chayeol era su nombre. Y ahora iba caminando con una rosa roja en las manos.

La rosa roja le recordaba tanto a él. Tan hermosa y llena de vida aparentemente, pero en realidad estaba muerta por dentro. Sonrió, con ironía. Aun en estos momentos no dejaba de pensar en Baekhyun.

Y no es que quisiera dejar de hacerlo. De hecho, el lugar en el que estaba le traía miles de recuerdos de ese castaño de carácter cálido y alegre que lo dejó por un tal Sehun.

Y por eso mantenía la mirada abajo, para no recordar al pequeño, aunque todo era, de hecho, a propósito. Porque de esa manera, creía Park, tenía de vuelta a su pequeño.

Y, cada vez que elevaba la cabeza, podía verse con él. En la fuente, por ejemplo, los veía arrojando monedas y pidiendo un deseo, porque resultaba que Baekhyun era fanático de las cosas aparentemente mágicas, que a él le parecían tontas, como, por ejemplo, el famoso momento 11:11, que todas las noches veía, lo esperaba y, aunque seguía sin tener sentido, pedía un deseo. Que su Baekhyun estuviera bien.

Desviando la vista para distraerse, vio ese árbol que destacaba entre todos los demás por tener grabada en la madera las iniciales de dos enamorados, rodeador por un perfecto corazón. C & B. Recuerda perfectamente cuándo lo hicieron, y fue igualmente petición de Baekhyun. Por supuesto que chanyeol hizo todo el trabajo porque el pequeño no podía. Una vez que grabó en la madera con su navaja de bolsillo, besó los rosados labios de su, en ese entonces, novio.

Eso le hizo pensar, con tristeza, ¿hace cuánto que no probaba su dulce sabor vainilla? Ya eran semanas, cada día más lento y al mismo tiempo rápido que el anterior. Y aun no podía olvidar ese último beso que compartieron.

Estaban ambos en el apartamento de Chanyeol. El gigante ya le notaba extraño desde hace días, porque le conocía bastante bien como para saber que algo le ocultaba o agobiaba bastante, y siempre le preguntaba qué le sucedía, con preocupación. Lo único que recibió por respuesta ese día fue un quedo "bésame, Yeol. Como si fuera nuestra última vez". Descolocado ante las palabras tan profundas y que parecían sacadas de alguna canción antigua, el menor y más alto en estatura concedió la petición del bajito.

Ese último beso tenía un sabor dulce pero amargo, sabía a despedida, a un adiós con un toque salado por las lágrimas del castaño, que parecían cascadas por lo constantes y abundantes que eran. Cuando se separaron, Chanyeol se asustó. Y, bueno, ¿quién en su sano juicio no lo haría en tal situación? Chanyeol trató de limpiar sus lágrimas, pero Baekhyun no le dio tiempo para hablar o hacer lo que quería porque le entregó un sobre con su letra y nombre bien marcados en tinta negra, y se marchó sin más, dejándolo.

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