Suicidas (uno)

18K 1.2K 979
                                    

~¤~

...Aún lo recuerdo...

...Mi salvador...

¿Por dónde comenzar? Bueno... tal vez sería conveniente decir que el inicio de nuestra historia fue bastante... curioso y extraño; absurdo podría decirse. Pero tengo que admitir que no tengo mejor recuerdo que el de cuando lo conocí.

Fue durante una helada noche de invierno.

Una helada noche de invierno en víspera de año nuevo.

Una helada noche de invierno en la que... decidí terminar con todo.

Pero en aquel entonces, hace tantos años, cuando pensaba en "terminar con todo", realmente me refería a todo. ¿Y qué era ese "todo" para mí? Mi "todo" se reducía a un patético nada. Mi vida por aquellos años de mi juventud era completamente miserable, al menos así la veía yo y todas las personas que me rodeaban. Se volvió miserable cuando sucedió... aquello.

Ya no tenía sentido seguir viviendo. ¿Para qué?, me preguntaba constantemente. No quería tener esa vida tan triste y oscura. Había intentado recuperarme, de veras lo había intentado, pero no lo había logrado. Y no quería que los demás se percataran de ello, ya tuvieran reacciones malas o buenas. No quería me observaran con ojos de pena.

No quería saber nada, y esa última noche helada que daría comienzo al año nuevo en unas horas, decidí que ya era tiempo de ceder mi vida a alguien con más ganas de vivir. Decidí acabar con mi todo que se reducía a un patético nada.

Era un completo cobarde.

Corrí por la acera sintiendo los latidos cardíacos presionando con fuerza mi pecho, mientras que mi garganta se anudaba más y más. Era una horrible sensación de ahogo insoportable, y mi visión borrosa por las lágrimas que querían salir no ayudaba en mucho.

Recuerdo que cuando llegué a mi departamento solitario, pasé de largo la puerta de mi hogar sin entrar y seguí subiendo las escaleras desesperadamente, tomando brutas bocanadas de aire que me hacían doler el estómago y las costillas. Pero aquellos pequeños dolores no se comparaban en nada a lo que estaba sintiendo emocionalmente. Ya lo había decidido, y cuando crucé la puerta metálica de la azotea del edificio, supe que no había vuelta atrás.

Ya nada me importaba, no le importaba a nadie y no quería importar.

Había llegado a mi límite.

Me acerqué tambaleante y con paso inseguro hacia el borde del edificio, sintiendo el frío aire de invierno chocando contra mi rostro helado, y cuando me apoyé en el borde y logré ver hacia abajo, en donde la gente hacía sus vidas sin sentido y los coches andaban con un rumbo fijo sobre el pavimento, suspiré aliviado, formando una pequeña nube helada de aire frente a mi rostro.

Al fin... al fin podría acabar con todo de la manera más rápida y cobarde, pero ¿qué importaba de todas maneras? O mejor dicho... ¿a quién le importaría?

Ya no tenía a nadie.

Fue en ese momento en el que escuché un portazo a mis espaldas, y totalmente alterado y sobresaltado giré sobre mis talones.

Pestañeé extrañado al ver a un sujeto despeinado y agitado, apoyándose en la puerta que anteriormente yo había cruzado. Al parecer no me había visto, porque comenzó a caminar con la cabeza gacha hacia el borde de la azotea, a unos pocos metros de mí. Fruncí el ceño al verlo apoyarse y mirar hacia abajo, y enfurecí. Ese sujeto estaba arruinando todo. Yo quería acabar con todo en paz, sin que alguien interrumpiera mis últimos minutos de vida. ¿Por qué tenía que venir este sujeto justamente ahora, a esta azotea, esta noche, a esta hora?

Suicidas (Rubelangel)Where stories live. Discover now