Sobre soles y lunas (one shot)

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El día veinticuatro de diciembre estaba nevando en el Campamento Mestizo pero no toda la nieve que caía del cielo llegaba al suelo. Se sentía un aura extraña por el lugar, algo que no se sentía todos los días del año. Debe de ser ese "espíritu navideño", supuso Nico. Aunque también podría haber sido porque el Señor D los había excusado a todos de sus actividades diarias por el resto del día para que puedan decorar el campamento. Los hijos de Afrodita eran los primeros voluntarios en ese trabajo luego de que los demás semidioses hayan comenzado a decorar y hayan hecho "un completo y horrible desastre". "Nosotros no podemos dejar que el campamento se vea tan mal" había sido su excusa. Ellos habían colgado luces de navidad por los árboles, dejado dulces en el gran salón y antorchas hechas por los hijos de Hefesto con fuego griego.

La primera reacción de Nico al llegar al campamento ese día fue que parecía estar entrando a algún cuento de hadas. Las luces del árbol de Thalía parecían pequeñas hadas que parpadeaban hasta desaparecer y volver a aparecer. Más dentro del campamento, la nieve le daba un toque mágico que no podría haber imaginado.

El hijo de Hades inspeccionó el lugar. Todo parecía normal. Podríamos decir que tal vez se sintió decepcionado al ver que nadie lo había recibido en su llegada o dedicado unas palabras amistosas como "Ey, Nico, ¿cómo te fue allí afuera?" con una sonrisa. Pero no fue así. Al contrario, Nico agradeció que nadie notara su presencia así podría ir a su cabaña y dormir por semanas. Además, todos parecían demasiado ensimismados en las decoraciones y los regalos. Pudo distinguir a algunos semidioses salir de la enfermería con brazos enyesados o con raspones, la mayoría de ellos eran hijos de Afrodita.

El hijo de Hades entró a la cabaña trece y se alegró de que todo siguiera exactamente como él lo había dejado. Cerró la puerta y dejó la pesada mochila, su espada y la guitarra nueva en el suelo. Un largo viaje para lo que la mayoría pensaba que era inservible, pero él lo sentía completamente necesario. Estuvo varios días por Nueva York sin hacer nada en concreto, simplemente ir a los lugares que le parecieron interesantes mientras caminaba. En su última semana allí, antes de decidir regresar, encontró una gran tienda de música, la más grande que alguna vez había visto. En la vitrina había una guitarra acústica y era la cosa más hermosa que Nico alguna vez haya visto. No lo pensó dos veces, entró a la tienda y la compró, el dinero no era un problema para los hijos de Hades. En sus tiempos libres, Will le había enseñado a tocar la guitarra y Nico pensó que tal vez a él le gustaría ver que su alumno había progresado pues había ganado tanto dinero en las calles de Nueva York como para comprar otra guitarra nueva.

Al hijo de Hades se le cerraban los ojos del cansancio y no duró otro segundo más de pie antes de caer rendido en su cama. El colchón mullido y la cómoda almohada podría haber sido una nube y él no notaría la diferencia. Así es como debían de sentirse los Elíseos.

Su felicidad duró hasta la hora de la cena cuando el fuerte sonido de la orquesta lo despertó. Ya debían de ser las doce, supuso. Quiso quedarse más tiempo durmiendo pero la fuerte música y el sonido de su estómago hambriento se lo impedían.

Fue al cuarto de baño, se dio una ducha de cinco minutos y se cambió la ropa mugrienta del viaje. Al salir se sentía un poco más renovado. El frío viento le golpeó la cara y lo hizo despabilarse más. La nieve ya no caía. Por lo que pudo ver, todo el campamento se había reunido a celebrar la navidad, incluso algunas personas del Campamento Júpiter como Jason que estaba riendo con Piper. Se decepcionó al no ver a su hermana Hazel.

Los campistas habían movido las mesas centrales del comedor para dejar espacio libre para una pista de baile. Annabeth y Percy bailaban entre risas y tropezones con los demás semidioses aplaudiéndolos al ritmo de la música y riendo. Nico se alegró al ver a sus amigos tan felices.

Sobre soles y lunasWhere stories live. Discover now