Última y única parte.

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He llegado a un punto de mi vida en el que la vagueza y la insignificancia de lo que pueda pasar me hace replantearme que tenga depresión. He estado anilizando y he llegado a comprender que estar en depresión no tiene porque ser constante, también puedes reir e incluso divertirte... La diferencia de esto con la realidad es que mientras sonríes estás buscando la manera de que nadie se de cuenta de que tus brazos o incluso tus piernas están sangrando y mientras te diviertes haces todo lo posible por no dejar ni un centímetro de tu cuerpo al descubierto y eso ya no es felicidad.
Llevo una semana sin querer levantame de la cama y las persianas bajadas predominan tristeza, salgo para calmar el dolor de cabeza con pastillas y para comer, comer mientras pienso que estoy jodidamente gorda. A veces salgo de entre mis sábanas y me miro al espejo. -Estas en la mierda- me humillo y ensayo que decir a la vuelta de las vacaciones.
-¿Que tal?- diré sin ninguna preocupación y me sumergire en ropa negra e intimidante y en frases de completa frialdad. Haré como si no me importaseis lo más mínimo y me preguntaré que pasaría si en un momento encontraseis a una yo más alegre por la que poderme reemplazar. Dibujare con brutalidad en clase de matemáticas mis oscuros pensamientos mientras fingo no mirar el asustado rostro de mi compañera, quién posa su mano sobre la mía y me dice sin palabras -todo está bien-. Bajaré las escaleras con un traje que repela a los insultos y las burlas y al llegar a casa me quitaré esa prenda y lloraré hasta cansarme.

Depresión.Where stories live. Discover now