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Extraviada. Hay un bosque y estoy extraviada. Está frío y oscuro, como de un gris nuboso, pero igual me gusta que esté así; lo que no me gusta es la neblina que impregna el lugar, la humedad y la falta de visibilidad me dejan tan ahogada y mis sentidos se opacan.
No puedo respirar y me molesta.
Hace frío y calor, la inconstancia me enferma más de lo que estoy. Los árboles no me dejan contemplar el paisaje de mi perdición y la falta de luz -esperanza- no me deja ver por dónde camino, por dónde piso. No puedo ver, y odio no poder.
Estoy ciega y lo único que alcanzo a ver, ahora sí, pero sólo cada tanto -como olas de lucidez que van y vienen- es mi perdición.Cuando me doy cuenta de lo que me pasa y de que no puedo hacer nada no hago más que sentarme y llorar.Mi bosque está cerrado, separándome del mundo exterior, el mundo de las sonrisas, las calorías y los sabores; el mundo de los cincuenta kilos constantes y el pelo perfecto, el de los dientes derechos y de las buenas curvas. Nunca voy a volver a salir de acá; no sólo estoy perdida sino atrapada en el extravío.
Hay un bosque lleno de árboles fríos y filosos y oscuridad y falta de luz -esperanza- y cielo y perspectiva y hay soledad y desgano y desinterés y debilidad y yo estoy en el medio, extraviada entre mis propias ramas.
