Solace y el misterioso dolor de pie.

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¡Maldito Solace! ¡Maldito sol que me recordaba a él! ¡Maldita sea!

Odiaba ese sentimiento de dependencia hacia sus tardes con él. Odiaba la necesidad de tenerlo junto a él. Odiaba las mariposas esqueléticas que asomaban cuando él estaba cerca. Odiaba no poder dejar de pensar en él. En ese hijo de Apolo que se había robado más de un suspiro por parte del rey de los Fantasmas.

Will Solace, o como Nico solía llamarlo el maldito enfermero que se colaba en su cabeza.

El hijo de Hades daba mil y un vueltas por su cabaña maldiciendo -en todos los idiomas posibles que el conocía-, mientras esperaba a ese hijo de Júpiter para que le diera su asesoramiento hermandal, según él.

Después de un par de vueltas más, Grace se dignó a aparecer tras esa puerta.

— Lo siento Nico, tuve unos problemas con Pipes—el hijo de Júpiter se calló al ver la desesperación del hijo de Hades, quien había empezado a murmurar algunas cosas en su idioma materno que él no llegaba a comprender del todo—, ¿Nico? ¿Te encuentras bien?

—Oh, Jason, ¡mejor amigo! Te dignaste a venir—murmuró cargado de sarcasmo—, por supuesto que estoy de maravilla, por eso te llame a esta hora de la mañana con el Sol en su punto.

—Nico, ¿desde cuando te despiertas a esta hora?—Preguntó Jason mientras aguantaba la risa al ver a su mejor amigo en esta divertida situación.

—¡Desde que adoro pintarme el cabello de color rosa chillón mientras tomo el té con mis amigas las calaveras!—Espetó aún más sarcástico el hijo de Hades.

— A ver, Nico—Jason colocó sus manos en sus hombros de Nico para tranquilizarlo—, calmemos los chakras.

Nico rodó los ojos mientras se soltaba del agarre de su mejor amigo.

— Así esta mejor—respondió mientras se dirigía a la cama del menor—; ahora, empecemos con lo básico Nico, ¿qué te pasa?

—Para empezar, es con él ¡maldito hijo de Apolo!—Gritó mientras se sentaba en el piso frustrado—, ¡es culpa de sus ojos azules! ¡De esa piel de surfista profesional! ¡Su maldita y estúpida frase de Ordenes del Doctor! Y ¡no olvidemos los mechones rubios como el sol!

—Di Angelo, deberías bajar tu tono de voz si no quieres...

—¿Si no quiero qué?—Interrumpió Nico.

— Si no quieres que tu amado nos escuche. Te recuerdo que los hijos de Apolo se despiertan cuando el sol apenas aparece—respondió tranquilo, ya estaba acostumbrado a este tipo de reacciones por parte de él.

—¡No es mi amado!—Gritó por ultima vez antes de bajar su tono de voz.

—Acabas de describirlo mientras estabas más rojo que un tomate, Nico—Le dijo Jason.

— No estaba sonrojado—Intento negar el menor.

—¡Eso ni Frank se lo cree!—Espetó divertido el hijo de Júpiter.

— ¿Por qué estaría sonrojado?— Preguntó más para si mismo—, es decir, solo pensé en él.

—Te has quemado solo, Di Angelo—Murmuró Jason aguantando la risa.

— ¡No me he quemado! Es decir, es guapo, lo admito. Su sonrisa es linda, y también el gesto que hace cuando esta preocupado por sus pacientes, o cuando el sol ilumina su sonrisa...—El hijo de Hades se interrumpió a sí mismo al darse cuenta de lo que decía.

El hijo de Júpiter por el contrario, pasó un brazo por los hombros del menor mientras que este estaba —como antes mencionaba Jason—, más rojo que un tomate.

Solangelo. ||One Shots||Where stories live. Discover now