Capítulo Único - Bruder, no me dejes...

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Ludwig recibió con un oculto encanto y alegría esos grandes libros que había encargado, asustando un poco al repartidor por su rostro serio y mirada potente. Al irse el joven, y al cerrarse la puerta, Gilbert -en una sala cercana, donde alimentaba a Gilbird- oyó un grito de felicidad; se asomó y vio a su hermano abrazar dificultosamente unos tomos grandes que parecían enciclopedias, de lomo verde y letras brillantes y doradas.

-Eh, West, ten cuidado con esa cosa, puedes matar a alguien tirándosela encima. -comentó, pero el menor poco y nada de caso le hizo, y se dirigió al sillón, para abrirlo y ojear la introducción, el índice y a quienes pertenecía aquella información (humana, claro), recopilada a lo largo de todo el siglo, con sus batallas, guerras e inventos descubiertos, revoluciones, creaciones, artistas nuevos, arquitectos, premios nobel... todo y todos estaban ahí; el rubio, como ávido lector, había recorrido todo lo que había en la casa, desde revistas cutres hasta libros de ciencia, psicología y matemática (cosa que el albino ni el amigo italiano de ambos lograba entender), y tener unos -grandes- libros nuevos le emocionaba. "Va a estar todo el día con eso", pensó el peliblanco, observando a Gilbird que comía tranquilamente, "Quizá hasta se olvide de comer... le dejaré cosas en la mesita de la sala... ¡Y ojalá le agradezca al maravilloso yo por ese gesto!"

-..--..--..-

Platos vacíos, lentes sobre el puente de la nariz, unas manos grandes y firmes y unos muslos resistentes. ¿Qué más podía pedir Ludwig Beilschmidt cuando se trataba de leer? Podía estar en la misma posición todo el día (cosa de práctica, por cierto), mientras sus dedos cambiaban apasionadamente las páginas y se sumía en una lectura informativa que le gustaba tanto como leer el periódico.

Había anochecido desde hacía mucho rato y ya llevaba poco más de tres cuartas partes de ese libro -que hablaba sobre la historia mundial de aquel siglo, donde se contaba sobre las guerras europeas, de América Latina, África y otros países de los cuales él, como representante de Alemania, no se había enterado mucho por estar preocupado la mayor parte del tiempo de hacer relojes- y algo allí captó su atención. Tras haberse saltado varias páginas para no recordar los eventos que ocurrieron cuando sus superiores dividieron el país, no captó a primera vista en la página que seguía "Alemania Oriental" o sencillamente "Prusia". Solamente "Alemania" salía en el texto, seguido de comentarios que no le importaron cuando descubrió aquella falta.

-Será un error de la editorial... -comentó el otro en voz alta, frunciendo el ceño, acomodándose nuevamente en el sillón y dándole un poco más de luz a aquellas páginas que relucían, blanquecinas. Era cierto, su ojo no había descubierto a su hermano allí, por lo que decidió retroceder y dar una leve repasada a esos párrafos sin centrarse en descubrir la idea principal, buscando el nombre del otro, o algo, porque no podía desaparecer así como así...

"Ciertos territorios de Prusia, ya siendo desarmada por las órdenes de Stalin, comenzaron a formar parte de Polonia, mientras que otras fueron aceptadas por la URSS." -Ludwig frunció los labios, algo enfadado, y continuó leyendo.- "Tiempo después, por decisión de los Aliados, Prusia fue declarada en 1947 oficialmente disuelta".

-¿D-Disuelta? -parpadeó un par de veces para ver si aquello era verdad o mentira, si su mente, cansada tras tanta lectura, le había jugado una mala pasada. Pero, ¿Cómo? ¿Cómo podía ser? ¡Su hermano seguía vivo, estaba jugando con su consola en la habitación de arriba, podía escucharlo maldecir a la pantalla y decir que el juego estaba malo, sin aceptar que el maravilloso yo había perdido!- Es imposible... sí, se quedó en mi casa hasta que construyeron esa pared, pero... ¿Por qué no sale en el texto? -ahora, avanzó las páginas, hasta que descubrió algo que le dejó perplejo.

[APH]Bruder, no me dejes... {Germancest}Where stories live. Discover now