Adiós, Iwa-chan.

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Gracias, Iwazumi.

Sé lo que pensarás cuando leas esta carta. Pensarás en que nunca te llamo Iwazumi. Que esto es una broma porque el Oikawa de siempre solamente te llama Iwa-chan. El Oikawa de siempre, el que oculta su dolor tras sus sonrisas, el que disimula el brillo de sus ojos sin necesidad de bajar la cabeza, el que disimula su cojera corriendo aún más rápido y sus moratones con bromas.

Sin embargo, el Oikawa de siempre también es el que se derrumba cuando nadie más le ve, el que sufre de insomnio cada noche totalmente solo, el que emprende el vuelo y el que, cuanto más alto vuela, más le duele la caída, aunque a ese Oikawa ya le resulte familiar la sensación de estrellarse contra el suelo, perdiendo el aliento. El Oikawa que recorre un camino de espinas solamente para llegar a lo más alto. Y el que cree que debe hacerlo solo.
Y sin embargo, tú has conocido a los dos Oikawas de siempre.
Tú has recorrido todos esos caminos, dañándote tanto con mis espinas como con las de alrededor.

Y por eso te quiero dar las gracias.
Porque cuando me he derrumbado, me has visto cuando nadie mas lo ha hecho.
Porque por cada día sin dormir he tenido dos noches compartidas contigo.
Porque cuando se han desintegrado mis alas me has permitido aferrarme a ti, a pesar de que casi te hiciera caer.
Y porque has apartado las espinas del camino que recorro aunque seas tú el que saliera herido.

Jamás podré devolverte, jamás podré agradecerte lo suficiente, todo lo que has hecho por mí.
Porque cuando me cansaba de fingir sonrisas, tú me has sacado una verdadera.
Porque cuando me derrumbaba, volvías a unir mis piezas.

Porque me complementabas. Estoy roto,  pero me aliviabas con tus caricias. Estoy exhausto, pero con tus abrazos me devolvías la energía. Hay veces que no sentía nada, pero cuando tus labios me rozaban me estremecía entero, preso del amor que aún siento por ti.
Si alguna vez he querido morir, solo he tenido que recordar tu sonrisa. Y es eso lo que me ha hecho seguir viviendo.

Pero ahora que tú no vives, ¿cuál es la razón por la que vivo?
Si tú no éstas, ¿quién va a repararme cuando me rompa?
¿Quién me levantará cuando me derrumbe?
Si tú no éstas, el insomnio volverá. Si tú no éstas, no podré volver a sonreír. Si te vas, la caída será más dolorosa que nunca.

Y como ya te has ido,
      ya he caído.

Dejar un trozo de papel frente a un trozo de piedra.
Una carta de adiós, una carta de amor,  frente a una lápida.
Que el viento se lleve las palabras de esta carta
Que la lluvia honde la piedra de la lápida.
Porque cuando estas palabras te lleguen, yo ya estaré en camino de encontrarte.

Jamás he querido a nadie como te he querido a ti.
Aquí se ha acabado mi vida.
Gracias por habérmela dado hasta ahora.

Con todo mi amor,

Oikawa.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2016 ⏰

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Carta de adiós (IwaOi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora