El último viaje

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La semana había comenzado de lo más pesada para Will, que tuvo que soportar dos horas extras en la oficina por culpa de su molesto jefe que no paraba de pedirle favores.

Por otro lado, tal vez pensaba que estar diez horas en su cubículo no era tan malo comparado con llegar a casa, dónde no podía decir que sentía aliviado de estar.

Al abrir la puerta, James se encontraba sentado frente al televisor con una botella de cerveza en su mano, y muchas otras ya vacías regadas en el suelo muy cerca de allí; después de haber visto la escena, suspiró decepcionado y decidió ignorarlo, sólo podía pensar en llegar a su cama y dormir un poco.

- ¿Qué hay de comer? -pregunta James sin apartar los ojos de la televisión antes de que Will se marchara.

-Creí que habías preparado algo en cuanto te avisé que saldría tarde.

-Yo no cocino, imbécil -suelta como todo un bravucón, mirando a Will con molestia.

-Pues espero que las cervezas estén deliciosas, por qué será lo único que tendrás en el estómago hoy... -le responde con altanería, de lo que menos tenía ganas era de comenzar una discusión con James pero sería un poco más complicado dada la cantidad de alcohol que ya tenía en la sangre.

-No abandoné mi vida perfecta para venir a vivir contigo en este infierno.

-Recuerda que no te quedó opción, en cuando tu madre descubrió que eres un maricon te sacó a patadas de su casa.

De nuevo, como en muchas otras ocasiones, las cosas comenzaban con cruces de palabras hasta que el orgullo de uno resultaba herido de gravedad...

Sin responder ante la agresión que muy bien se ganó, se paró de golpe y avanzó con rapidez hasta Will, quien ya iba rumbo a la habitación cuando sintió un jalón en el hombro que lo hizo virarse; lo único que pudo ver, fue como el puño de James se dirigía directo hacia él, hasta estamparse en su rostro, lo que lo hizo tambalearse hacia atrás, y por muy cansado que estuviese, no iba a permitir que le partieran la cara tan fácil; recobró el equilibrio cuando vio que James se abalanzaba de nuevo contra él dispuesto a repetir la hazaña, pero la primera vez lo había tomado desprevenido, ahora Will corrió hacia él, tacleándolo con todo su cuerpo a la altura de el torso, logrando tumbarlo de espaldas contra el suelo.

La pelea terminó, y ambos quedaron cansados, jadeando sobre el suelo, a James se le había salido todo el aire de los pulmones por el golpe de su espalda contra el suelo, y sentía un fuerte dolor en la parte posterior de la cabeza, por su parte a Will le había ido un poco mejor, ya que solo escurría sangre por su nariz y le dolía la mejilla derecha.

Después de un par de horas, Will se levantó y lo primero que sintió fue un dolor punzante en el hemisferio derecho de su rostro incluida su nariz, al llevar su mano descubrió sangre seca que bajaba por su rostro hasta el suelo donde tenía la cabeza tumbada, recordó entonces la pelea con James, y que después de esta se había quedado dormido a su lado; a unos pocos centímetros de su cabeza encontró un segundo charco de sangre seca, muy probablemente pertenecía al imbécil de James, sólo que ya no se encontraba allí junto a él.

Dándole poca importancia, se levantó por completo del suelo, caminó hasta la nevera en la cocina y se preparó una bolsa con hielos que después dejaría en su rostro hasta que la inflamación bajara; cuando por fin llegó a su habitación, comenzó con su mano libre, a deshacer el nudo de su corbata, desabrochó los primeros botones de su camisa que se encontraba manchada con algunas gotas de sangre; cuando se puso cómodo y estuvo a punto de reposar en una superficie suave, descubrió un gran bulto debajo de las colchas, removió lentamente las telas blancas y encontró a James durmiendo tranquilamente, como si nada hubiera pasado, así que decidió hacer lo mismo y se acomodó a su lado.

El Último ViajeOù les histoires vivent. Découvrez maintenant