Un Día Bajo la Lluvia

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A pesar de encontrarse en pleno verano, el pequeño poblado de Gravity Falls perteneciente al estado de Oregón, se encontraba atravesando por uno de esos locos días posiblemente provocados por el cambio climático. Días en los cuales pareciera que el clima también tiene cambios de humor tan drásticos, como los que presentan las personas bipolares. A causa de esto, varios de sus habitantes comenzaron a sustraer de los armarios de sus casas ropas especiales contra el frío y sombrillas contra la lluvia que ya se veía venir. Todo con el propósito de no pescar un incómodo resfriado veraniego.

Uno de esos habitantes precavidos, era una chica de doce años y de cabellos rubios llamada Pacifica Northwest. Hija única y producto del matrimonio entre Preston y Priscilla Northwest, quien por cierto no se encontraba pasando por uno de sus mejores momentos, debido a los severos castigos que recibió por haber estropeado la fiesta anual en la que su familia servía como anfitriona ante algunas de las celebridades más adineradas e importantes del mundo.

Las penalizaciones eran variadas. Desde ayudar con las tareas domésticas en conjunto con el resto de la servidumbre, hasta haber sido despojada del servicio de internet, de su computadora, e inclusive de la limusina privada para transportarse por el pueblo como toda una celebridad. La buena noticia para ella fue que el permiso para salir aún se encontraba vigente, de tal modo, que al no poder disfrutar de los privilegios de la tecnología en su propia casa, decidió bajar hasta el pueblo para escabullirse hacia el Starbucks más cercano y poder conectarse a su Facebook desde ahí.

—1287 contactos me han eliminado de su lista de amigos en esta última semana... ¡Vaya! Lo que me temía... —Suspiró sobre su asiento, contemplando con desdicha su muro personal.

Acto seguido, Pacifica bloqueó su teléfono celular y lo guardó con indiferencia dentro de uno de los bolsillos de su abrigo color negro, para darle un par de sorbos a su café con leche y cajeta. Sin embargo, los problemas para la joven Northwest apenas comenzaban, puesto que la risilla chillona de dos chicas la distrajo, impidiéndole continuar con sus propios asuntos.

—¡Miren a quién tenemos aquí! —Dijo una de ellas, acomodándose su cabello chino, mientras se aproximaba a Pacifica para burlarse de ella—. Pero si no es otra que la señorita: "Dejaré entrar a toda la clase proletaria a mi mansión para que tengan un miserable día de diversión".

—¿Se puede saber qué haces en este lugar, Pacifica? —Preguntó la segunda, luciendo un par de relucientes aretes rojos en forma de aros—. Este es un sitio dónde pueden entrar las personas con un estatus alto, y por lo que he visto en las últimas encuestas en internet acerca de quiénes son las chicas y chicos más populares en Oregón; me temo decirte que has descendido del primer puesto hasta el 893. En una semana tendrás la misma popularidad que el viejo McGucket.

—Kate... Tiffany... —La rubia hizo un gesto de disgusto—. ¿Por qué no mejor se marchan y se dedican a molestar a alguien más?

—Tú te lo buscaste, Pacifica. —Contestó Kate, la chica de tés morena—. ¿En qué diablos estabas pensando cuando decidiste dejar entrar a todo el mundo a una fiesta de ese calibre?

—Deshonraste el nombre de tu propia familia. —Tiffany prosiguió—. Por si no lo sabes... Según los diarios internacionales, tu familia ha perdido el apoyo de varios de sus más leales inversionistas a raíz de ello.

—Escuchen... Chicas... —Tomó aire, llevándose la palma de la mano a la cara—. Este no es el mejor momento, ni tampoco el lugar más adecuado para discutir sobre esto... ¿Qué les parece si hablamos más tarde?

—Ya no habrá un "más tarde", Pacifica. —Dijo Tiffany—. De ahora en adelante, no volverás a contar con nosotras. Nuestra amistad se terminó.

Un Día Bajo la Lluvia [One-Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora