Capítulo I

1K 75 14
                                    


-¡Será genial!

-No... No me vas a convencer, no me interesa y, tu tono infantil, no conseguirá nada...

-¡Es para una buena causa!

-No... Y menos me importan tus suplicas...

-Pero, ¡debes poner el ejemplo!

-No eres nadie para ordenarme, así que, olvídalo – sentencié y me puse de pie, tomando mi mochila para irme del salón.

-¡Te vas a arrepentir David! – me gritó con furia.

-No tienes nada para chantajearme, así que, tus amenazas, me tienen sin cuidado...

Esas fueron mis palabras antes de cruzar el umbral y solo escuché como algo se estrellaba en la puerta, rompiéndose en pedazos.

-A ver si mis papás te compran uno nuevo... – dije mirando de soslayo a mi hermana, quien, en su momento de ira infantil, había lanzado su celular contra la puerta, ella aún estaba dentro del salón, en shock.

Caminé sin inmutarme, ese era su problema, no el mío, suficiente tenía con ser siempre comparado con ella por ser mellizos; aunque obviamente el físico no era igual, solo algunos rasgos, el cabello rubio, que yo usaba corto y ella largo, los ojos grises, que ella resaltaba usando maquillaje, con no sé cuántas cosas más, para aumentar su 'belleza', pero, de ahí en más, todo era distinto, especialmente el hecho de que la sobrepasaba en estatura; yo era todo un hombre y ella, 'una delicada flor del campo', según mis padres.

"Si su delicada hija demostrara su verdadero carácter ante ellos, no dirían lo mismo" pensé con cansancio.

Estábamos en tercero de preparatoria, yo era jefe de grupo, mis calificaciones eran buenas y trataba de mantenerlas así, precisamente por eso, no tenía tiempo para tonterías extracurriculares en la escuela, mi única actividad deportiva era mis clases de defensa personal que inicié en la primaria, para que los orangutanes no se pasaran conmigo; en cambio, Diana, mi hermana, estaba en el equipo de porristas, sus calificaciones eran por debajo del promedio y pasaba más tiempo en fiestas que en la casa. Pero eso no debía sorprenderme, era algo que había heredado de mis padres, siempre en su mundo superfluo y lleno de hipocresía; fiestas con gente que ni siquiera soportan y solo por guardar apariencias. No, yo no quería eso para mí.

Tomé el autobús escolar, no me gustaba que el chofer de la casa fuera por mí, así que, solo debía preocuparse por recoger a mí 'adorable' hermanita, después de sus prácticas.

Me coloqué los audífonos y saqué un libro de mi mochila, tomando asiento en uno de los lugares del fondo; el camión tardaba un poco en salir hacia el centro de la ciudad, así que, me daba tiempo de disfrutar algunos párrafos. Jamás presté atención a nada, ni nadie a mí alrededor, algunos, incluso pensaban que era muy engreído, pero no me interesaba, si querían disfrutar de la vida y tener una 'amistad' interesante, para eso estaba mi hermana.

Un movimiento en mi hombro me hizo levantar el rostro y quitarme un audífono para escuchar a la persona que me interrumpió.

-Disculpa – bajó el rostro y su voz disminuyó de volumen – ¿Puedo sentarme?

Lo miré de pies a cabeza, levanté una ceja y suspire – puedes hacer lo que quieras, el autobús no es mío – dije sin interés volviendo a colocar el audífono en su lugar y leyendo mi libro.

Minutos después, el vehículo avanzó, el barullo de los chicos que iban logró superar el volumen de mi música, pero aún así, no prestaba suficiente atención, hasta que los gritos estaban demasiado cerca.

-¿Eres el chico nuevo?

-Si lo es... ¡Hey! Niño bonito ¿Por qué no me prestas tus lentes?

-No, no... No veo sin ellos...

Miré de reojo hacia el otro asiento, el jovencito que estaba a mi lado era molestado por los clásicos buscapleitos de mi generación, así que me quité los audífonos, me puse de pie y con mi mano tomé la muñeca del que le había quitado los lentes.

-Devuélvelas – ordené con seriedad.

-David... – su voz tembló – no creí que te importara – sonrió nervioso – no sabíamos que era tu amigo y...

-Devuelve las gafas, ahora – repetí.

Todos se quedaron en silencio, devolvieron las gafas y se sentaron correctamente.

-Gracias...

-No hay de que – volví a mis asuntos y, por el resto de camino, no sucedió nada interesante.


* * *  

Esta historia, así como muchas, nació siendo un one shot, por tanto, los capítulos son cortos. 

BésameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora