Prólogo

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Abrí la puerta y oí el timbre delatando mi llegada. El ambiente en la tienda era demasiado pesado como para no sentir náuseas.
El olor fue lo primero que me golpeó apenas crucé el umbral. Se respiraba una desagradable mezcla de olores; gasolina, desinfectante y comida rancia. No podía esperar mucho más, al estar en una de esas tiendas enfrente de una gasolinera en la que se puede encontrar todo lo que buscas y todo lo que no. Por favor, en este tipo de tiendas puedes comprar frituras, gaseosas, medicamentos e incluso alguna horrible playera ¡Todo por menos de diez dólares! Pero por otro lado por supuesto que  también puedes encontrar ratas, cucarachas, enfermedades y ni hablar de la acogedora actitud de los
empleados.
Gire hacia la izquierda y vi un mostrador blanco coronado por varias vitrinas llenas de comida. De pronto una mancha marrón atravesó el mostrador pasando al lado de una mano que no se inmutó ante la cercanía del animalejo. El dueño de la mano era un adolescente, llevaba una gorra con el logo de "The walking dead". De hecho, tenía cierto parecido  a un zombie, hipnotizado por su teléfono. No pude evitar que una mueca, la cual ni siquiera me molesté en disimular, se formara en mi rostro.
Me pregunté por enésima vez que diablos estaba haciendo en un lugar como este en dónde era más que probable que contrajera alguna enfermedad viral o recibiera una bala perdida.
Recordé, enviando cualquier deseo personal lo más hondo de mí. Estaba en una misión, cumpliendo con mi deber, además es lo que decidí hacer con mi vida, tratar de hacer del mundo un lugar mejor. Por más trillado que suene.
Suspiré, por otro lado no sabía que tendría que meterme en las situaciones más ridículas y peligrosas jamás imaginables.
Caminé hasta el fondo de la tienda en dónde un hombre alto y corpulento sacaba una gaseosa de un refrigerador.  Me situé a su lado y lo imité mirándolo de soslayo.
Esta vez sí me tuve que contenerme para no echarme a reír, como lo hacía años atrás cuando le ganaba una discusión a mi hermana o adivinaba el final de un libro de misterio antes de terminarlo.
Ahí estaba, junto a mí el bastardo de Peter Weeks, traficante de armas, ligado a las mafias en ascenso, secuestrador y homicida a nivel internacional; con un cabestrillo colgando de su cuello el cual sostenía su brazo izquierdo. Ocho meses de investigación me habían llevado hasta California en donde traté de atraparlo, pero escapó dejando un rastro que seguí hasta este basurero que pretendían hacer pasar por gasolinera a un par de horas de Seattle; en la cual lo encontré días después, con un hombro dislocado y aparentemente desarmado. Era demasiado bueno para ser verdad.
Llevé mi mano a mi costado y sentí con la yema de mis dedos el frío metal de mi arma. Seguí con el ritual al mismo tiempo que sentía como la pistola se deslizaba fuera de su agarradera.
Peter se volteó y con el ceño fruncido carraspeó, su expresión se fue suavizando mientras hablaba. Volví a dejar la pistola en su lugar.
-¿Sabes? Me pareces extrañamente familiar. - Dijo riendo- ¿Acaso ya nos conocíamos?
Negué con la cabeza, mirando el suelo.
-No, no lo creo.
-Bueno, entonces debería presentarme. – Levanté la vista, tendía su mano derecha hacia mí, su refresco en su otra mano.- Peter Weeks.
Tomé su mano grande y callosa contra la mía y la sacudí.
-Un gusto, yo soy...
-Déjame adivinar. - me interrumpió, su expresión cambió completamente en un microsegundo. Su rostro se deformó en una perversa sonrisa. - Eres uno de los subordinados de los hombres de traje.
¡Maldita sea! Mi mano buscó rápidamente la pistola pero el puño de Weeks fue más rápido. A estas alturas mi nariz debía de  parecerse a la de Voldemort de tantos golpes recibidos. En serio ¿Cuál es la obsesión con golpear narices inocentes?
El brazo derecho de Peter me tomó por el cuello de la camisa y me aventó con fuerza contra uno de los estantes llenos de mercancía.  Las estanterías cayeron estruendosamente al suelo  y yo sobre ellas. En el tiempo que me tomó volver a ponerme en pie, el criminal ya había atravesado la entrada y subía a su auto blanco.
Me levanté y corrí hasta la puerta.
-¡Llamaré a la policía!- Exclamó el muchacho cuando atravesé el umbral. A estas alturas poco me importaba, sería uno de tantos arrestos, sí... Mi trabajo es muy divertido.
Entré en mi auto, pisando a fondo el acelerador para seguir a Peter, que ya llevaba varios metros de ventaja.
¿Recuerdan que dije que este trabajo me metía en las situaciones más ridículas y peligrosas posibles? ¿Cuántas eran las posibilidades de que me entrara una llamada en un momento como este? Al parecer eran muchas ya que escuché a Adele cantando en mi bolsillo.
"Hello from the other side"
Me levanté del asiento y saqué mi teléfono.
"I must've called a thousand times"
Colgué y arrojé el aparato a mi lado en el asiento.
La gasolinera estaba en medio de una autopista poco frecuentada, por lo que no tuvimos problema en acelerar hasta los ciento veinte kilómetros por hora.
Saqué el torso por la ventanilla con mi arma en mi mano izquierda, la otra sin despegarse del volante. Disparé varias veces tratando de atinarle a las ruedas traseras.  
Uno, dos, tres disparos en vano. Volví a meterme en el auto, aceptando que mi puntería era un asco. Plan B trataría de rebasarlo, obligándolo a detenerse o a derrapar.
"Hello from the outside..."
En serio Thomas buscaba que lo matara. Estaba en medio de una importante misión, y él me interrumpía, aunque mi estado de WhatsApp decía claramente: Ocupado.
"At least I can say that I've tried..."
Dándome por vencido estiré mi brazo hacia el tablero sin despegar la vista de la carretera y tomé un auricular inalámbrico que acomodé en mi oído.
"To tell you I'm sorry..."
Presioné el aparato y empecé a rezar para no estrellarme... y no romperle algún hueso a mi amigo la próxima vez que lo viera.
-Tienes que tomar el próximo avión a Londres de inmediato.- Dijo con autoridad, como si con solo decir eso fuera a hacerle caso y dar media vuelta hacia el aeropuerto más cercano. Ni en broma.
-¡Thomas, maldito imbécil estoy en medio de un caso importante y una persecución!- Le grité a través del auricular.
-Noah, las ordenes vienen desde  arriba, así que será mejor que muevas tu trasero devuelta a la central.- Casi podía ver como toda mi investigación se iba por el caño.
-Llevo meses trabajando en el caso no creas que daré media vuelta ahora.- Seguí acelerando, me acerqué lo suficiente para intentar de disparar de nuevo.
  -La CIA está en camino, ya les enviamos la ubicación, ellos se encargaran de la captura de Weeks.
-Debe ser un chiste ¿Le dieron mi caso, mi caso -recalqué- a los ineptos de la CIA?
-Ya supéralo no es tu investigación y no tienes diez años .- Me regañó Tom como acostumbraba, al ser uno de los agentes a cargo de la organización de los operativos.
-¿Qué puede ser tan importante?-Mi amigo suspiró aceptando que no me iría de no tener un buen motivo. 
-Le Caméléon está en la sala de interrogatorios ahora mismo.- Sentí como el vello de la nuca se me erizaba al reconocer ese nombre.
Fui desacelerando poco a poco hasta que el auto paró por completo, y veía una mancha blanca desaparecer en el horizonte.
-Voy de camino. 

                     >•<

Thomas presionó sobre la tecla con la inscripción de "finalizar", guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón y giró sobre sus talones, quedó frente al cristal, al otro lado vio una chica en la sala de interrogatorios. Estaba sentada en la silla y apoyaba sus botines negros sobre la mesa, sus brazos estaban cruzados sobre su camisa. Su rostro inescrutable estaba completamente sereno como si ya hubiera estado allí antes y supiera lo que le esperaba. Sus ojos grises estaban clavados al frente, como si pudiera verlo a través del cristal. Pero él sabía que eso no era posible ¿o sí? Él hombre en traje se estremeció ligeramente y deseó que Noah llegara pronto.

Este fue el primer capítulo de "Le caméléon" espero que les haya gustado. Esta es la primera vez que publico algo así que vamos a ver cómo resulta.
Gracias por darle una oportunidad a la historia.

Le CaméléonWhere stories live. Discover now