Capítulo 1: ¡yo soy serio!

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Las nubes se movían lenta y pesadamente, venía una tormenta. Aun así, él se quedó esperando, confiaba en él.

Esperó paciente por horas, el sol ya daba muestras de ocultarse, pero se resignaba a marchar, debía permanecer allí, a la espera de esa persona.

La lluvia cayó poco después del atardecer y con ella el frío de la noche. No se veía nada, solo una figura solitaria en aquel parque empapada en la lluvia y en sus lágrimas.

Se preguntaba si tal vez lo odiaría, las cosas ya no podían ser como antes, una vez que te das cuenta que no quieres alejarte de esa persona, cuando descubres que ese sentimiento es amor, ya nada puede ser igual, mucho menos después de confesártele.

La lluvia empeoraba a cada momento y el frío se volvía insoportable, pero mas dolía su corazón por aquel indirecto rechazo.

- "Nos veremos en el parque" –

Era una promesa, por lo menos desearía quedar como amigos una vez más ¡retrocedería el tiempo de ser necesario! Solo con estar a su lado... solo eso pedía... ya no le importaba sus sentimientos ¡a la mierda con su corazón! Pero no quería separarse de él, no quería sentir ese vacío y ese dolor en su pecho. No quería.

. . .

Miró el cielo a través de su ventana, la lluvia se escuchaba como un murmullo apagado. Sabía que no debió mentirle, pero era lo mejor, al cabo de unas horas se habría aburrido y se marcharía a casa ¿verdad? Pero la culpa le dolía.

No sabía cómo actuar ahora, él era su amigo, en quien confiaba con toda su alma ¿acaso eso no era traición? Él era muy ingenuo, tanto que no debió saber el peso de sus palabras, no, claro que no lo sabía, esos ojo verdes tan profundos, su mirada inocente, su suave voz, el rubor que distinguió en su rostro y ese – "me gustas" – pronunciado con cierta duda y algo de temor.

¿Qué se supone que diría ahora? ¿Lo saludaría como siempre? ¿Estaría a su lado como antes? No, nada podía volver a ser como antes, si tan solo no le hubiese dicho esas palabras, si se hubiera mantenido callado... no, quizás eso sería peor, estar tan cerca de la persona amada y no poder decirlo sería una tortura ¡mierda! Ni siquiera podía pensar con claridad, solo se dormiría y pensaría en que decirle mañana cuando se vieran.

Un momento después su madre le llamó preocupada, al parecer, Gon no había vuelto a casa.

Sin esperar otro segundo, salió de casa y corrió por la lluvia como alma que lleva el diablo, ni siquiera cogió un paraguas, debía llegar lo antes posible a ese lugar. No se veía nada a través del espeso manto, pero él recordaba el recorrido de memoria, no necesitaba ver el camino. Resbaló un par de veces pero siguió adelante. A pocos metros distinguió su silueta y corrió con todas sus fuerzas para alcanzarle.

- "idiota – pensó mientras corría – debiste marcharte al ver que no venia"

Se paró frente a él con la respiración agitada, no supo si lo que recorría su cara era la lluvia o las lágrimas que deseaban salir de sus ojos. El menor llevaba horas bajo la lluvia, su camisa delgada estaba pegada a su cuerpo, ni siquiera se había intentado proteger con el bléiser que tenia a un lado. Su cabello verdoso había adquirido un tono aun más oscuro por la lluvia y sus ojos parecían inexpresivos, se podían notar las lágrimas que habían corrido momentos antes. Él chico levantó la mirada, le miró con esos profundos ojos verdes que parecían ya sin brillo.

Sintió un agudo dolor en su pecho, verlo así le rompía el alma, no quería verle así ¿Qué había hecho? ¿Debía llegar a esto para darse cuenta de sus sentimientos? Con la culpa a flor de piel le abrazó con fuerzas mientras dejaba libre su llanto, no quería dejarlo, no lo dejaría, no otra vez.

- Lo siento, lo siento, lo siento... – musitaba entre llantos a su oído, sintiendo el calor que emanaba su cuerpo.

. . .

Hace unos momentos que había notado su fiebre, pero no tenía fuerzas para moverse, su alma había sido destrozada y su corazón era un manojo de dolor, el sonido de la lluvia le hacía pensar en él, en su Killua, pero ya no importaba, todo estaba perdido al igual que él. Seguramente, él no estaba hecho para ser feliz; quizás por eso le dejó su padre; quizás por eso murió su madre; quizás si no volviese, Mito-san seria libre de su carga; quizás... todos serian felices sin él.

Pasó un momento antes de notar algo frente a él, una silueta familiar pero era imposible, la fiebre debía causarle una mala jugada. Levantó la vista para contemplar el rostro con el que soñaba días enteros ¿Sería un ángel que venía por su alma? Aquel cabello plateado brillaba aun bajo la lluvia, pero sus ojos parecían tristes, al borde del llanto ¿Acaso el ángel lloraba por su muerte? De ser así no quería verle llorar, estaba feliz de que todo acabase. Pero la silueta no se llevó su alma, le abrazó con fuerzas como si quisiera retenerle, no entendía bien pero ese abrazo se sentía cálido. En su oído pudo escuchar el melodioso sonido de su voz: – "lo siento" – repetida una y otra vez mientras le abrazaba con fuerzas bajo la intensa lluvia.

. . .

Ambos llegaron a la casa con fiebre, Killua llevaba a Gon inconsciente en sus brazos. En la casa del menor se encontraban los paramédicos y policías reunidos quienes corrieron a socorrerlos. Una vez que dejó al moreno en buenas manos se desplomó ahí mismo, perdiendo por un momento su conciencia. Los paramédicos les llevaron a una misma ambulancia, avisaron al hospital más cercano sobre la condición de ambos. Una vez dentro del vehículo fueron llevados de urgencia al hospital y, mientras eran llevados por las mojadas calles escuchando solo la sirena y la lluvia, Killua nunca soltó su mano.

. . .

Pasaron dos días antes de que Gon despertara, en aquella mañana lo primero que vio fue al peli plata durmiendo a su lado, debía llevar toda la noche en la silla hasta que el sueño le había vencido. Sonrió por verle a su lado, fue entonces que notó el leve peso de su mano contra la suya ¿Había estado toda la noche tomando su mano?

- Gon... perdóname – dijo entre sueños.

El menor sonrió y con su mano libre acarició su cabello, era sedoso y brillante, muy agradable al tacto. El alvino se removió un poco y abrió lentamente sus ojos, al verle despierto, el sueño pareció desaparecer de golpe y se abalanzó al cuello del muchacho, abrazándole fuertemente y volviendo a repetir una disculpa tras otra. Con algo de esfuerzo el menor le tranquilizó y le dijo.

- Está bien, no te preocupes – dijo con una sincera sonrisa.

Killua le miró fijamente a los ojos y después de dudarlo un momento, le dijo.

- Gon –

- ¿sí? –

- También me gustas –

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⏰ Last updated: May 20, 2016 ⏰

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No juegues con mi corazónWhere stories live. Discover now