CAPÍTULO 3

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03|AHORA Y A SOLAS

David

—¡David joder! —gruñe Yoel tras la puerta—. ¿Has acabado ya? ¡Llevas cuarenta y cinco minutos exactamente en el baño! —grita.

—No voy a salir antes porque me grites capullo —le informo.

Sujeto la plancha de pelo que tengo encima del poyete del lavabo desde hace un rato y doy los últimos retoques a mi pelo. La plancha quema un poco entre mis manos, pero es un dolor soportable. Para presumir hay que sufrir. A continuación dejo la plancha y cojo un poco de cera para el pelo, es una de las cosas más pegajosas que he utilizado en mi vida, reparto está por mi pelo y por último sujeto el bote de laca y esparzo un poco sobre mi flequillo para que quede perfecto y sin ningún pelo de por medio. Suelo tardar bastante en el baño arreglándome, es lo que tiene el hecho de ser demasiado coqueto.

Esta noche voy a por todas y tengo que estar preparado, la ocasión lo merece.

—¡Tardas más que Elena princesa!

«Golpe bajo Yoel, golpe bajo», pienso.

—¿Acabas de llamarme princesa capullo? —espeto asomando la cabeza al pasillo.

—Sí —afirma él—, y tú a mi capullo —me recuerda.

—Que te apuestas a que esta noche acabo con alguien —le desafío.

Él bufa al escucharme echando la mirada al techo.

—Es la iniciación e inauguración de las chicas de primer año, se hacen las fáciles. No me apuesto nada porque conociéndote como te conozco seguro que acabas con alguien...

—¿Y tú como lo sabes si tienes a Elena, eh? —le pico dejándole un codazo por accidente a la altura de las costillas.

Él se queja y me golpea en el hombro de una manera ruda pero no dolorosa. Los dos sabemos medir nuestros golpes para tratar de no hacernos daño.

—Eso, tú como lo sabes —gruñe Elena a sus espaldas, quien parece estar de acuerdo conmigo por una vez en la vida.

—Lo suelen decir cariño —se excusa encogiéndose de hombros sin darle importancia—. Ya sabes que yo solo tengo ojos para ti.

—Oh... —murmura Elena lanzándose a sus brazos.

Es increíble como las chicas se dejan llevar por un par de palabras bonitas. En cuanto te escuchan decirles cuatro tonterías caen rendidas a tus pies y enseguida te las llevas a la cama.

Yoel y Elena se besan en mis narices, haciendo de eso una de las cosas más desagradables que he visto en mi vida.

—¡Queréis dejar de besaros! —gruño.

Elena me enseña su dedo corazón acompañado por una sonrisa diabólica en el rostro.

—Menos mal que tú no vienes, así no nos darás la noche —escupo.

La primera vez con mi peor enemiga.©Where stories live. Discover now