CAPÍTULO 13

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13|EN EL OTRO LADO

David

La dirección que me ha dado Ricky me lleva al centro de la ciudad. He caminado más de treinta minutos sin parar ni un solo segundo a descansar para acabar justamente frente a un enorme bloque de piso de yo no sé cuántas plantas. Según la dirección apuntada en el papel Alex vive en un séptimo, solo espero que el bloque disponga de ascensor porque si no me veré con la lengua fuera hasta subir allí arriba. Camino hacia la puerta de entrada a paso apresurado al divisar a un señor de prolongada edad abrir la puerta del edificio.

—Buenas tardes —saludo al señor de manera formal.

Este mismo me mira frunciendo el ceño, y me cuelo en el rellano del edificio antes de que reconozca que no soy inquilino aquí.

El rellano es bastante grande y en el entra muchísima luz natural a través de los ventanales que dan al exterior. Busco el ascensor sin dudarlo un segundo más, y una vez que lo encuentro pulso el botón, pero pasan los segundos y las puertas no se abren. Escucho unos pasos resonar detrás de mí hacia esta dirección y cuando me giro veo al portero del edificio con un cartel plastificado en el que pone:

"Ambos ascensores están estropeados, los arreglaremos en el día de hoy. Disculpen las molestias."

Abro la boca de una manera sobrenatural, e incluso podría decir que la mandíbula está a punto de rozarme contra el suelo. ¿Puedo tener más mala suerte en el día de hoy? Desesperado tras recibir esta mala noticia busco las escaleras, y una vez frente a ellas me mentalizo en que tengo que subir siete plantas más. Lo que consta de no sé cuantos escalones. Espero que jugar a fútbol de vez en cuando con los chicos del campus me sea útil en algo.

—Uno, dos, tres... —comienzo a contar mientras subo escalón a escalón.

Pierdo la cuenta de cuantos escalones hay cuando me paro en el rellano del cuarto piso. Me falta el aire, y creo que si sigo adelante falleceré en mitad de las escaleras de camino al quinto piso. Mi condición física está hecha un asco. Me llevo una mano al pecho tratando de recuperar el aliento, y minutos después vuelvo a reincorporarme a la marcha.

Quinto piso, sexto y séptimo. Creo que he contado cuarenta y ocho escalones en el tramo del quinto piso al séptimo, y también creo que todo me da vueltas. Estoy hecho polvo, las piernas me tiemblan, no consigo mantenerlas estables y mi corazón bombea con tanta fuerza que juraría que acabará perforando un agujero en mi pecho. Mientras trato de recuperarme hecho un vistazo a mí alrededor. Según la dirección apuntada su apartamento es el séptimo A, por lo tanto me encamino en esa dirección y llamo al timbre. Tan pronto como mi dedo índice pulsa la llavera, suena. Pasan los segundos y nadie aparece tras la puerta. No se escucha sonido dentro del apartamento, así que decido llamar de nuevo. Justo cuando voy a volver a llamar la puerta se abre de par en par dejándome ver a un chico mucho más bajo que yo y moreno.

La primera vez con mi peor enemiga.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora